Una joven, con la bandera española.
Una joven, con la bandera española.

En pleno confinamiento hemos asistido llenos de asombro a la emergencia de un brote histérico colectivo. En los barrios pijos de Madrid y luego en otros del país, centenares de personas como escapadas de un capítulo del Ministerio del Tiempo, han desafiado a la ley y al sentido común, representado un esperpéntico aquelarre franquista con aguilucho incluido. Señores  con bandera en descapotable  de lujo con chófer, energúmenos con palos de golf amenazantes, señora de Serrano con criada y cacerola. En fin, toda la fauna de una película de Berlanga en medio de la pandemia en el siglo XXI. 

Pero como en los brotes histérico aparece ante los ojos de todos lo más reprimido, aquello que en muchos casos ni el histérico sabe que guarda, lo siniestro en prime time. La España del barrio de Salamanca gritando libertad en medio de una ciudad y un país vacío y asustado. Todo esto puede generar impresiones falsas, disonancias cognitivas que nos lleven a pensar que este brote histérico es un signo de que están crecidos. Todo lo contrario es un síntoma de su impotencia. Siempre han estado ahí mandando y ganando mucho y no se les ha visto. Es ahora que están perdiendo la batalla cuando se produce el vistoso brote histérico. Gracias al brote histérico de la derecha española Alemania y lo socios de la UE se han dado cuenta cual es la alternativa al gobierno de Sanchez. Así se explica que la reacción financiera haya sido tan formidable. Gracia a VOX y al PP la UE va a salir reforzada de esta crisis.

En el 2014 por miedo a Podemos hundieron a Grecia y reflotaron a la extrema derecha, en el 2020 por miedo a la extrema derecha han salvado a España e Italia y reforzado al gobierno de izquierdas. Por esto la extrema derecha española, el brote histérico derechista, ha agrandado la fractura entre la derecha económica española (IBEX) y la derecha política (PP/VOX), Ciudadanos ha tomado nota. 

Y todo esto la derecha extrema (PP) y la extrema derecha (VOX) lo saben, de ahí el brote histérico. La ventana de oportunidad para la derecha, abierta con la crisis catalana, la ha cerrado la crisis sanitaria, veremos cuáles son las próximas jugadas. La derecha española desde el siglo XIX, la restauración borbónica, ha cimentado su referentes no en la nación si no en la iglesia y la corona. Apoyarse ahora en cualquiera de estas dos instituciones lo tiene difícil; la iglesia tiene una base social cada vez más débil y clasista y con Francisco en Roma, el apoyo político del catolicismo es aún más improbable. La monarquía esta minada por la corrupción y los escándalos. Esta sensación de que el suelo se mueve bajo los pies es también otra causa del brote histérico derechista.

Por eso están mal de los nervios.

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