El Ateneo de Jerez, entidad pionera en la práctica de la oratoria

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Catorce integrantes forman parte de esta actividad de la entidad jerezana. El objetivo común de todos, su deseo de mejorar como personas, independientemente de su formación o de sus competencias para la comunicación oral.

Son las 7 de la tarde y la sala Caballero Bonald del Ateneo de Jerez va a ser testigo de una de las sesiones de trabajo del Club de Oratoria. El alma de esta novedosa actividad que se viene desarrollando desde el curso pasado, es Ana Hérica Ramos. De origen boliviano, y Licenciada en Comunicación Social, lleva ya más de diez años entre nosotros. Llegó a nuestra ciudad y en muy poco tiempo tomo la decisión de quedarse e iniciar una nueva vida, en la que todavía quedaba lejos la posibilidad de poner en práctica una disciplina para la que está sobradamente dotada y formada: la oratoria.

Y llegó el momento soñado, aunque han tenido que pasar algunos años, en los que Ana Hérica ha desplegado todas sus capacidades profesionales y personales en una ONG muy conocida en nuestra ciudad: Ceain. Ahora es otra entidad, el Ateneo de Jerez la que sirve de atalaya a esta entusiasta joven. Desde el año 2015 enseña los secretos de la comunicación a todas aquellas personas interesadas en mejorar en esa faceta tan importante para las relaciones sociales.

Esta tarde acuden al club ocho de sus catorce integrantes. El grupo está suficientemente consolidado como para ser capaces de autocrítica y de crítica constructiva a sus compañeros. Unos videos con objetivos didácticos van apareciendo en pantalla. Se trata de intervenciones de minuto y medio aproximadamente, en el que cada cual ha desarrollado un tema relacionado con la teoría. Posteriormente cada cual toma la palabra para señalar los progresos que observan en sus compañeros y en ellos mismos, aunque también surgen algunas sugerencias para mejorar ciertos aspectos de la comunicación, desde la postura corporal, hasta las muletillas o la vocalización.

Todo sucede en un ambiente distendido, donde la sinceridad e incluso el humor corren paralelos y ayudan al proceso de aprendizaje y al afianzamiento del grupo. La percepción que tengo, mientras observo cómo fluye la sesión, es de mucha complicidad y respeto por parte de todos hacia todos.

¿Qué es lo que motiva que personas tan distintas entre sí se embarquen en esta actividad? ¿Qué aplicación práctica tiene algo que, a primera vista, parece dirigido a profesionales del mundo de la comunicación? Son preguntas que me bullen, mientras observo con interés lo que ocurre en la sala. Y cuando las lanzo, aparecen las motivaciones, las personalidades, los progresos y los descubrimientos que cada cual ha ido encontrando en el camino. 

La primera que responde es Fidela, una pintora colombiana, recién instalada en Jerez descubrió casualmente a Ana Hérica y quedó prendada de su capacidad para transmitir: "La escuché hablar y cuando supe que era la profesora, me dije: yo quiero hacer un curso con ella. Como pintora yo hago presentaciones de mis exposiciones y tengo que hablar, mostrando y teniendo contacto con el público. Ahora lo he recomendado a un grupo donde voy a estudiar historia del arte. Lo recomendaría a cualquier persona, sobre todo a los más tímidos".

"Estoy aquí por un reto personal, para ver si soy capaz de hablar en público" —me dice Auxiliadora—, una maestra que está muy acostumbrada a hablar en el aula con sus alumnos. Sin embargo, me aclara: "No es lo mismo algo tan natural como el contacto diario en la clase, que tener que preparar tus propios discursos, ordenar las ideas y mostrar serenidad y seguridad frente a un público". En definitiva, se trata de una actividad muy recomendable, especialmente para las personas que tienen baja autoestima.

Carlos es un jerezano de adopción y ha ejercido como profesor muchos años. Sin embargo, a pesar de expresarse de forma muy fluida y correcta, no ha dudado en participar de esta experiencia, que considera muy necesaria en estos momentos en los que el lenguaje está siendo muy maltratado desde todos los ámbitos. Estas fueron sus palabras:

"La oratoria se pondrá de moda, por una razón muy sencilla: el 98 por ciento de las cosas que hacemos los humanos diariamente es hablar, y curiosamente nuestros estudiantes cada vez hablan peor, menos y con poca riqueza de vocabulario. Como profesor, yo he notado un empobrecimiento de vocabulario asombroso. Con los WhatsApp, los sistemas modernos de comunicación…, desaparecen los verbos, los sujetos, las frases no se completan…  Muchas veces no se entiende lo que te quieren decir. Yo creo que debería de implantarse nuevamente la oratoria en la Universidad, para alumnos y profesores".

Juan Miguel, integrante de un grupo de teatro, corrobora las palabras de su compañero, asegurando que saber comunicar es fundamental: Siempre se puede mejorar, siempre se puede aprender —asegura con vehemencia—.  

Es evidente que el perfil que mejor puede aprovechar esta especie de entrenamiento que se realiza en los talleres de expresión oral, precios al Club de Oratoria, es el del tímido. La timidez no necesariamente implica pocos recursos lingüísticos. Sin embargo, las personas que la sufren tienen que vencer otras limitaciones, tanto o más importantes; ese miedo escénico que paraliza y convierte el discurso en una especie de monstruo al que hay que enfrentarse, casi siempre sin las armas necesarias.

Mercedes, Mati, Ricardo y Lorenzo son de esas personas a las que le cuesta hilvanar un discurso oral de forma relajada. Todos ellos aluden al miedo escénico, los titubeos, la dificultad de ordenar ideas, la rigidez y la inseguridad. Cada uno en su profesión y con recursos diferentes ha tenido que sortear las dificultades de la timidez. Ahora se sienten mucho más seguros y se ven progresar día a día. Quizás sean las palabras de Ricardo las que expresan mejor las ideas que surgieron en nuestra conversación: "Cuando un orador da un discurso y es capaz de transmitir, a mí eso me encanta y pienso: me gustaría hablar así. En mi caso tengo que mejorar la comunicación no verbal, porque soy muy rígido en mis ademanes. Yo leo mucho, pero luego, en la vida cotidiana solemos hablar de forma coloquial y no nos preocupamos de esmerarnos. Aquí nos vemos obligados a mejorar el lenguaje, la estructura del discurso, en definitiva, la oratoria es una ocasión de mejorar el lenguaje, de enriquecer el vocabulario y de hablar mejor. Yo se lo recomendaría especialmente a profesores y a cualquier persona que tenga que tratar con el público".

Paqui y Curro, una pareja que en su madurez quieren seguir aprendiendo, añaden: "Este tema es una asignatura pendiente. Vinimos por vencer el miedo escénico… A la hora de participar en cualquier reunión de grupo tienes que tener una cierta seguridad y hablar bien para que te entiendan. El club de oratoria nos está dando confianza, mucha confianza para salir airosos de esas situaciones cotidianas".

En definitiva, cada uno ha venido por razones muy personales, puede que incluso poco conscientes, pero coinciden en algo fundamental: su deseo de mejorar como personas, independientemente de su formación o de sus competencias para la comunicación oral. Y lo que es mejor: además de aprender han creado un mundo de relación, una pequeña familia bien avenida que comparte no sólo este espacio de aprendizaje, sino muchos momentos de ocio.    

A punto de cerrar la sesión, Ana Hérica habla del respeto como un elemento primordial en cualquier grupo. "Sin respeto —dice— es difícil crear un clima de confianza, sin el cual no sería posible que ellos se expusieran como lo hacen, sin miedo al juicio de sus compañeros".

Mi impresión, después de esta visita al Club de oratoria, es que su éxito radica en saber crear ese clima del que habla su conductora, y a eso contribuye no sólo su profesionalidad, sino la calidad humana de las personas que componen el grupo. Que algo tan interesante esté pasando en el Ateneo no es casualidad, porque es ésta una entidad en permanente búsqueda de proyectos que lo doten de contenido. Conferencias, club de lectura, presentación de libros, teatro, excursiones a la naturaleza, viajes culturales, cine, música coral, son algunas de las actividades en las que participan un buen número de ciudadanos. Un lugar abierto a la cultura en todas sus facetas.