Shakespeare, Pemán y Moreno Barranco

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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EDITORIAL. La vuelta de Pemán y su busto a la ciudad no esconde un afán educativo, divulgativo o cultural, como ahora argumentan, sino que la decisión unilateral que adoptaron -a diferencia de otras unánimes que incumplieron- fue pura y duramente ideológica.

El 26 de abril de 2013 el pleno municipal acordaba por unanimidad de todos los grupos de la Corporación -incluido obviamente el mayoritario, el PP- el reconocimiento público y la colocación de una placa en el número 3 de la calle Levante, la casa donde vivió, fue detenido y volvió cadáver el escritor jerezano Manuel Moreno Barranco. Nada más se supo del punto 20 de aquella sesión, el acuerdo que ratificaron todos los representantes políticos de la anterior legislatura para hacer justicia con el autor de La arcadia feliz, asesinado directamente por el régimen franquista. En el mismo pleno, por cierto, también se acordaba por unanimidad reconocer e instar a la Corporación a la concesión y distinción correspondiente al dramaturgo Juan Sánchez, Juan de La Zaranda, tristemente fallecido un par de meses antes y fundador en 1978 de la compañía jerezana La Zaranda (Premio Nacional de Teatro). Su contribución a Jerez como ciudad y sociedad eran los méritos que le atribuyeron para proceder a rendirle tributo con honores desde su Ayuntamiento. Nada más se supo del punto 14 de aquel orden del día.

Entre nosotros, y visto lo visto, al Partido Popular no le interesa la cultura. Ni lo más mínimo. A nivel nacional, lleva casi cuatro años despedazándola con, por ejemplo, el sinsentido de haber subido de un 8 al 21% el IVA que grava a los productos culturales, y una y otra vez se escuchan de boca de nuestros gobernantes amenazas veladas a los titiriteros con, por ejemplo, crujirlos por la vía de Hacienda. Como si no lo hicieran ya con la mayoría de ellos esos mismos cuyo partido se desangra entre Gürteles Púnicas. Hace apenas ocho meses, el busto de José María Pemán volvió a hacerse visible en la ciudad. Llevaba años desaparecido de su ubicación original, el paseo de la Rosaleda del parque González Hontoria, y pasó del ostracismo a un lugar de privilegio en el vestíbulo del Teatro Villamarta, una de las instituciones culturales más importantes del Sur de España.

Llevaba años desaparecido de su ubicación original, el paseo de la Rosaleda del parque González Hontoria, y pasó del ostracismo a un lugar de privilegio y de visibilidad total.

Curiosamente, en el otro lado del González Hontoria se encuentra otro monumento, el del que dicen que es el mayor dramaturgo de todos los tiempos, Wiliam Shakespeare, que aun siendo foráneo -como Pemán, que era gaditano-, se deshizo en promesas eternas al vino de Jerez; contribuyendo de una manera proverbial a la expansión internacional de la hasta hace poco primera industria de esta otrora próspera ciudad. Es público y notorio que la contribución al teatro -y probablemente a la promoción de la ciudad- de Pemán es ínfima, residual, frente a la del bardo de Avon. No puede ser dramaturgo aquel cuyas obras sucumben a la carcoma del tiempo y no vuelven a subir a los escenarios. Por eso Shakespeare es el autor más representado de este país en los últimos 30 años y por eso a nadie se le ocurriría abrir la temporada con un Pemán.

Sería mucho profundizar, pero al PP no parece que le mueva ni interese precisamente la cultura. La vuelta de Pemán y su busto a la ciudad no esconde un afán educativo, divulgativo o cultural, como ahora argumentan, sino que la decisión unilateral que adoptaron -a diferencia de otras unánimes que incumplieron- fue pura y duramente ideológica. Por eso se eligió un 6 de diciembre, día de la Constitución, para rehomenajear a un tipo que, lo quieran o no, se rozó con todo lo que olía a inconstitucional en este país hace cuarenta años -que no son nada-. Al sostenimiento del aparato del poder político de la dictadura también contribuyeron otras instituciones como el Opus Dei de Josemaría Escrivá de Balaguer, al que casualmente el PP también dedicó una rotonda el mismo día señalado que devolvió el busto de Pemán a la visibilidad del espacio público. 

No, no se engañen, al PP no le interesa la cultura. Y el debate del pasado pleno fue necesario para que al menos se retratasen y demostraran que aquel 6 de diciembre no adoptaron esa decisión por amor al teatro o a los libros, o como sencilla muestra de gratitud a Pemán por exaltar a la ciudad con fervor. Había otras motivaciones entre los miembros de un partido que no fue hasta 2002 cuando condenó el golpe militar del 18 de julio de 1936. Como dice el psiquiatra e historiador Enrique González Duro en el número de Tinta Libre del pasado mes de junio, no es un problema de votos que el PP no condenara el franquismo hasta entonces. Es que ese partido es una huella en sí mismo del franquismo. "Lo han mamado".

Sin ese virtuoso término medio aristotélico, esta España y este Jerez distópico seguirán condenados a un duelo a garrotazos ad eternum. Memoria sí, amnesia selectiva no.

Hace ocho meses el acto pasó por la ciudad casi de puntillas -salvo para la Plataforma por la Memoria Democrática, que reclama desde entonces su traslado a otro espacio- pero ahora, en el momento de votar en pleno la retirada del busto por PSOE, Ganemos e IU, muchos que ni siquiera han pisado Villamarta en estos 20 años desde su reapertura, y que ni han leído una línea del escritor, se rasgan las vestiduras ante lo que consideran una decisión radical y una vuelta a las 'dos Españas'. Ha sido Diario de Jerez quien mediáticamente ha enarbolado estos días postpleno la defensa del mantenimiento del busto en ese que llaman coliseo jerezano. Unido al affaire del crucifijo -absurda y castrada historieta para que cumpla con el objetivo de elevar la anécdota a categoría-, el diario incluía este pasado domingo una tribuna libre del nieto del autor, Manuel Guerrero Pemán, a la sazón presidente del consejo asesor de este medio. Aten cabos.

Es curioso cómo algunos quieren a toda costa que no se reabran viejos rencores y se proteja la memoria cuando es justamente la suya de la que se trata. Si de un lado a otro de aquel abominable recuerdo todavía fresco, que todavía muchos tienen presente, se contribuyese realmente a evitar el partidismo más vomitivo y concentrar los esfuerzos en aprender de aquello para que jamás volviera a ocurrir, con las reparaciones históricas que fueran necesarias, no viviríamos en el mismo país probablemente. Sin ese virtuoso término medio aristotélico, esta España y este Jerez distópico seguirán condenados a un duelo a garrotazos ad eternum. Memoria sí, amnesia selectiva no.