El libro de memorias de Juan Carlos I, Reconciliación, acaba de ver la luz en Francia, aproximadamente un mes antes de que se publique en España. El rey emérito y sus asesores han decidido que, por estrategia –y aquí, a continuación, caben todo tipo de adjetivos, aunque tal vez lo más apropiado sea no complicarse y dejarlo en ‘comercial’– era conveniente publicarlo primero en el país originario de la dinastía Borbón.
Sea como fuere este no es más que uno de los episodios insólitos que están coincidiendo con la publicación del libro, como por ejemplo que no se invite al emérito a la celebración del 50 aniversario de la restauración de la monarquía en España. Por supuesto, se puede ser republicano e incluso monárquico y reprobar a los supuestos (en realidad, más que supuestos) tejemanejes económicos de Juan Carlos, pero no deja de ser paradójico que no se le invite a estos fastos. Puede que la importancia del rey emérito se haya exagerado en la vuelta de la democracia, pero es un hecho que él era el jefe del Estado cuando el franquismo se hizo el harakiri, comenzó propiamente la Transición y los españoles votaron dotarse de una nueva Constitución. La propia autora del libro, Laurence Debray (en declaraciones a El Mundo), ha mostrado su extrañeza por lo “insólito”, esa misma palabra, que le parece que no participe en los fastos, aunque en España ni siquiera el PP ha levantado realmente la voz al respecto.
Oficialmente el veto parte de Felipe VI, pero es un hecho que del PSOE hacia su izquierda, Juan Carlos I no es bienvenido. Y eso, el primero que lo sabe –precisamente porque se lo han hecho saber– es su propio hijo, que no quiere ver comprometida la institución en lo más mínimo. Y sí, por primera vez en la reciente democracia, el PSOE ha manifestado resquemores hacia el tema, aunque sea un asunto más de persona que de institución.
Por lo demás, según lo que se va conociendo (Reconciliación lleva solo cuatro días en las librerías francesas), el rey emérito habla del 23-F y de muchas otras cosas de su reinado, pero pasa de refilón sobre la procedencia de su fortuna y sus finanzas (El País), lo que a la postre ha sido lo que le ha llevado al ostracismo, por no decir semidestierro, en el que se actualmente se mueve en la política nacional.