La pobreza en Andalucía, un problema sistémico

La comunidad andaluza, pese al paso del tiempo, indefectiblemente está siempre en los últimos puestos de cualquier lista o informe que mida los parámetros socioeconómicos de la población española

Comida para reparto en comedores sociales en Jerez. Nueva polémica con la tarjeta monedero.
Comida para reparto en comedores sociales en Jerez. Nueva polémica con la tarjeta monedero. MANU GARCÍA

Año tras año, década tras década, gobierno (socialista) tras gobierno (popular)... Cuando se efectúa algún tipo de estudio o de encuesta que analice de manera pormenorizada por comunidades autónomas, el PIB, la renta per cápita, la renta familiar, pobreza, desempleo, riesgo de exclusión, etc, es indefectible que Andalucía esté en la parte baja de dichas listas, casi siempre junto con Extremadura y Canarias.

El último informe de estas características no se ha movido un ápice de dicha foto fija. Se trata del decimotercer informe El Estado de la Pobreza en Andalucía, elaborado por la Red Andaluza de Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN-A), recientemente presentado. El informe, hay que decirlo ya, presenta unos resultados ligeramente mejores que los de estudios anteriores –por ejemplo, hay 262.000 personas menos en índices de pobreza que el año pasado– pero con 2,5 millones, el número de personas que son pobres en Andalucía sigue siendo inaceptable.

Pero son muchos los datos que ofrece el estudio. Por ejemplo, el 11,3% de la población andaluza vive en lo que se denomina Privación Material Social Severa (PMSS), lo que se traduce en cientos de miles de personas que no puede mantener una temperatura adecuada en su hogar ni en verano ni en invierno debido al precio de la energía o la imposibilidad de hacer una comida a base de carne, pescado o pollo al menos cada dos días. No vamos a seguir abrumando con los datos. Baste decir que el 54,6% de la población andaluza tiene problemas para llegar a fin de mes, un porcentaje que se mantiene invariable respecto al año anterior. Por supuesto, los datos son ligeramente peores respecto a las mujeres que entre los hombres y mucho peores entre los jóvenes que en la población adulta. 

Se puede decir, sin lugar a dudas, que la pobreza severa y la pobreza relativa son datos que pueden considerarse sistémicos en la sociedad andaluza. La inflación, sobre todo en la cesta de la compra; la subida de los alquileres, el precio de la energía, incluso la sequía... son distintos factores que literalmente se comen la renta –y la vida, porque también baja la esperanza de vida– de millones de andaluces. El informe no incide en posibles soluciones que, por supuesto, pasan por la formación, la generación de oportunidades que retengan el talento y la reindustrialización atendiendo a sectores estratégicos de futuro.

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