Andalucía perdió durante 2022 del orden de 3,3 millones de consultas –de citas para consulta– al médico de familia y otras 643.000 para pediatría. Estos datos aparecen en un reportaje realizado por El País acerca de la atención primaria en España, aunque se trata de una visión parcial en lo que se refiere al conjunto del Estado, ya que hay distintas comunidades autónomas que no han ofrecido sus datos, bien porque no los tenían actualizados, bien porque han declinado hacerlo.
En España serían del orden de 11 millones las citas que se quedan sin que asista el demandante, pero ya decimos que se trata de una cifra parcial y que perfectamente podrían ser 2 ó 3 millones más. Además, no hay cifras globales de las citas con las especialidades que se quedan sin asistencia, que sería otro asunto relevante.
Por grupos, a nivel nacional, son sobre todo hombres jóvenes los que solicitan una cita médica y luego deciden no acudir sin comunicarlo a los responsables sanitarios.
Estas cifras se dan a conocer en un momento en que la atención primaria andaluza está muy cuestionada por distintas razones, como la saturación de las consultas de medicina y enfermería o el pulso que mantienen distintos sindicatos con la Administración en distintos asuntos de orden interno... el caso es que es evidente que la sanidad pública no ha recuperado el grado de calidad que tenía antes de la pandemia del covid.
Esos 4 millones de citas para consulta a las que no se acude –números redondos de sumar las del médico de familia y las de pediatría– en Andalucía son, sin duda, son auténtico problema para el buen funcionamiento de la sanidad pública, ya que, no habría ni que decirlo, facilitan que se produzca la saturación general de los servicios y se vayan postergando nuevas citas, con el consiguiente enfado de los demandantes, ya que las mismas siguen existiendo sobre el papel. Se trata de un problema de urbanidad y ciudadanía, desde luego, pero tampoco es ajena la propia Administración, ya que si se dan citas en vez de a uno, dos o tres días se dan a más largo plazo, pues los pacientes, sencillamente, se desentienden del asunto de manera creciente o incluso se les olvida. En definitiva, popularmente es como el dicho del pez que se muerde la cola. Si no se va a ir porque ya no hace falta o no interesa, qué menos que comunicarlo. Ese será el comienzo de la solución...


