El Análisis.

Por Alfonso Saborido.

Muy poca gente sabrá en Jerez donde se encuentra la sede del Opus Dei. De la Obra como dicen ellos. Del Opus (sin el Dei) como digo yo, porque no creo en la intervención divina –y de la Virgen María menos– en la fundación del Opus. Aunque más que de sedes, cuando yo estaba, hablábamos de pisos: el piso de los hombres y el piso de las mujeres. Separados por sexos. Nunca coincidíamos.

Cuentan que el Opus es una de las sociedades secretas más secretas del mundo, aunque yo creo que no tanto. Seguro que todo el mundo recuerda a algún profesor o profesora que en su instituto o su facultad se comentaba que era del Opus. Lo curioso es que nunca me encontré con nadie que públicamente me dijera que era del Opus, salvo cuando estuve un año yendo al piso que tienen en el centro de Jerez. Al de los hombres.

En realidad, el fundamento del Opus es loable. Santificar la vida en el trabajo ordinario; que todo el mundo puede ser santo en su vida diaria. No está mal para ser cristiano. Y también realmente, la mayoría de las personas del Opus son encantadoras, pero una a una, no cuando se juntan, cuando son organización. Porque el Opus es una de las organizaciones más retrogradas de la Iglesia. Y esa involución la comparo con todo lo que trajo de apertura el Concilio Vaticano II, de Juan XXIII, que siguió Pablo VI, que continúo durante un mes Juan Pablo I y que se cargó completamente Juan Pablo II, que convirtió al Opus en una prelatura personal.

El Opus, sus miembros, persiguen intervenir en todo lo que se pueda en la vida pública. Aunque eso no es nuevo, toda la Iglesia lo hace. Sin embargo, apoyan las políticas más de derechas y regresivas que podemos imaginar: están en contra de todo lo que huela a sexo como la masturbación o el uso de métodos anticonceptivos. Del aborto, ya se pueden imaginar. Y de las políticas de igualdad y temas tocantes a la homosexualidad, más de lo mismo. Y del divorcio, ni hablemos. Recuerdo un divorcio vivido en una conocida del Opus que fue como una verdadera tragedia. Y traiga usted hijos al mundo. Si pueden ser doce como los apóstoles, como decía un conocido entre risas, mejor.

Algún día, cuándo escriba mis memorias, intentaré recordar qué pecado contra la santa pureza me hizo sellar la gran enciclopedia RIALP cada 50 páginas, la misma tarde de la tragedia del estadio de Heissel como penitencia. Y es que en aquella época, un servidor con 19 años fue atrapado por el apostolado feroz de un miembro del Opus. Yo tenía todas las cualidades: era creyente, buen chico y tenía buenas notas. Con eso, es suficiente para ser del Opus. No importa que no tengas dinero como se puede creer equivocadamente. Del Opus puede ser cualquiera.

Tuve la suerte que un año después, la providencia o no, hizo que para ir a la misa diaria –sí, diaria– en vez de ir a Capuchinos o Santo Domingo, me llevara a mi barrio, a la Asunción, donde mi cuarto de hora después de la eucaristía rezando el rosario llamó poderosamente la atención del sacerdote que me caló enseguida.

Dicho sacerdote, que fue quien me dio la primera comunión de pequeño, el de mi barrio, me enseñó a vivir el cristianismo de otra manera y el Opus pasó a ser una anécdota en mi vida, y en la Asunción, como a Rigoberta Menchúme nació la conciencia obrera que hoy tengo.

No hace mucho un grupo de vecinos pidió una rotonda para ese sacerdote de la Asunción que tanto queremos y tanto ha hecho por el barrio. El ayuntamiento atendió a la petición y la señora alcaldesa fue a la inauguración. Hoy, me entero que otra rotonda, en otro punto de la ciudad, muy distinto a mi barrio, será dedicada al fundador del Opus. Qué lejos una rotonda de la otra. Tan lejos como Don Rafael Bellido Caro de Don José Mazuelos, uno vivo en la vida terrenal y el otro vivo en nuestros corazones, de aquellos que admirábamos a ese cura que como él decía, le hicieron obispo, pero seguía siendo eso, un cura de base.

Qué cosas tiene la vida. No me enteré antes por ningún lado –ni campaña de firmas en change, ni en Twitter, ni mesas en la calle Larga ni nada por el estilo– de la aclamación popular que ha pedido esta rotonda para el fundador del Opus, que supongo que será inaugurada también por la señora alcaldesa.

Qué dos rotondas tan distintas. Qué lejos una de la otra. Y en medio de ellas, la incoherencia política del todo vale. Se ve que se puede poner velas a cualquiera en tiempos preelectorales. No hay nada más goloso para un político que el voto de los católicos en todas sus vertientes: desde las parroquias obreras al Opus, pasando por todos los cofrades. Ya conocen esa virtud de la Iglesia católica, apostólica y romana de saber poner huevos en todos los cestos. Es lo que hay. Lo que hay porque todos los partidos lo saben. Sin el voto de los católicos, en Jerez, no ganas unas elecciones.

Si quieren saber más, visiten Opuslibros.

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