El PP no quiere ser ultra

Qué hacer con la formación de extrema derecha sigue siendo un nudo gordiano para los populares: ¿colaborar o alejarse al máximo y marcar un perfil único y propio? Algunos de sus líderes tampoco ayudan

Concentración convocada por el PP en Cádiz contra la amnistía.
Concentración convocada por el PP en Cádiz contra la amnistía. GERMÁN MESA

El PP tuvo un importante éxito el domingo con las manifestaciones que reunieron por toda España a cientos de miles de personas en contra de la amnistía del independentismo catalán, una medida que finalmente se ha registrado este mismo lunes por la mañana en el Congreso de los Diputados.

Del indudable éxito de las manifestaciones, cabe extraer dos consecuencias políticas, que atañen a los dos grandes partidos, al PSOE y al propio PP. De una parte, harían mal los socialistas en pensar que toda la gente que se ha movilizado corresponde al PP o a Vox y que, en el fondo, se ha tratado nada más que de actos de partido. Sus acuerdos de gobierno, la amnistía, están tensando la situación política como hacía muchos años que no ocurría y, en efecto, hay mucha gente, incluso de izquierda, que no ven con buenos ojos el contenido de los acuerdos y ha salido a la calle legítimamente a protestar porque en absoluto ve “el interés general de España” en la manera en que se ha hecho las cosas.

En cuanto al PP, da siempre la sensación de que va un poco a remolque de los acontecimientos y de que no hay una voz única en el partido, tanto en lo que se refiere a las acciones en la calle como a la presencia de los mismos como, también, a la modulación adecuada de los mensajes. Da la sensación de que los mensajes de Esperanza Aguirre (su propia presencia en Ferraz al comienzo de las movilizaciones no deja de ser un mensaje), Díaz Ayuso y otros líderes tienen o encuentran altavoces tan o más potentes que Núñez Feijóo, al que tampoco se le acaba de ver una estrategia perfectamente definida.

Ahí está el tema de la huelga general. Es cierto que a los partidos no les corresponde convocar huelgas –aunque el nacionalismo catalán hizo algo parecido en bloque tras el referéndum del 1 de octubre, 'paro de país', lo llamaron–, que es un tema más de sindicatos, pero una vez más ve, por ejemplo, cómo Vox ya está pensando en la siguiente jugada, con la convocatoria de una huelga general a través de su sindicato afín, Solidaridad, para el día 24.

¿Y qué va a hacer el PP? Pues elegir entre malo o peor, con plena libertad para que sea el propio lector o lectora quien dé el adjetivo a las opciones que tiene, que son secundar una convocatoria de Vox ­–y aguantar el aluvión de críticas que va a correr si lo hace­­­– o ‘cogerse’ ese día en cuanto a las protestas, dar libertad a sus afiliados, etc. El PP sigue sin saber qué hacer con Vox.

El caso es que, salvo sorpresa mayúscula, Pedro Sánchez volverá a ser presidente el jueves. Y luego, como ha dicho, algún dirigente socialista, ya veremos, sí.  

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