El agua, el tema del verano

La Junta tiene como objetivo inmediato salvar la temporada estival de los efectos de la sequía, pero debería empezar a trabajar en un nuevo modelo de gestión del agua que ponga fin a algunos excesos

Las recientes lluvias poco han aliviado la situación de las reservas de agua.

Treinta días de lluvia para salvar el verano, que no la situación actual de sequía. Esa es la previsión realizada esta semana por el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, que ha urgido al Gobierno central a tomar decisiones -el 70% de las competencias en materia de agua le corresponderían al Estado- que puedan aliviar el problema.

La cuestión es que la Junta está yendo siempre por detrás en lo que respecta a la sequía. Hace nada que el propio presidente reconoció que la falta de lluvias ya no se podía abordar como un tema coyuntural, sino que era un problema estructural de Andalucía. Claro, el tema radica en desde cuando se miran los números. Es cierto que en los tres o cuatro últimos años se ha acentuado la falta de lluvia, pero en realidad, si se mira la secuencia histórica, desde 2016 no llueve con normalidad, es decir, los datos hace tiempo que estaban ahí. Ahora, la sequía está a punto de convertirse en uno de los principales problemas que debe afrontar la Junta, tal vez el segundo después del evidente deterioro que sufre la sanidad pública.

Y si es un problema para la Administración autonómica lo es, por descontado, para todos los ciudadanos que, si las cosas no cambian radicalmente, se van a ver afectados de una u otra manera. Aproximadamente medio millón de andaluces ya sufren las consecuencias de la falta de agua. Cortes en pequeñas localidades, reducción de la presión… no es nada para lo que puede venir, ya que la posibilidad de que haya restricciones de agua en las grandes ciudades en el período estival se va convirtiendo en certeza, con las consecuencias que tendría para el turismo, el principal motor de la economía andaluza.

Las desalinizadoras parecen (parte de) la solución, pero cuestan mucho dinero y tardan en construirse. Otras medidas, como la traída de agua en barco, por ejemplo, serían solo ‘parches’ para sobrellevar la situación en un momento determinado, no son parte de la solución.

 Mientras, haría bien la Junta y el conjunto de Andalucía en revisar algunos de sus parámetros actuales, por ejemplo, si es viable que en Andalucía haya más de cien campos de golf o la imparable proliferación de cultivos que necesitan ingentes cantidades de agua, avanzar hacia un nuevo modelo de gestión del agua, en definitiva.