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A mí también me duele Jerez, pero me duele aún más que se me engañe o se crea que se me ha engañado.

El presupuesto para la reurbanización de la Plaza Belén era de aproximadamente un millón de euros; en torno a los 400.000 euros rondaba el precio que costaba cada actuación de la rehabilitación y adecuación del Tabanco del Duque, la urbanización del entorno de la iglesia de San Juan de los Caballeros (con apertura de la calle Melgarejo incluida, más conocida como calle de las Siete Revueltas) y la creación de la Plaza Limones en el solar que resultó del derribo del antiguo edificio de la ONCE tras el ambulatorio de la calle José Luis Díez; 150.000 euros, por cada uno, era el coste aproximado de las necesarias consolidaciones de dos palacios: Riquelme, en la Plaza del Mercado, y Villapanés, en la Cruz Vieja de San Miguel; por último, la operación más costosa, un 1.200.000 euros, era la rehabilitación y adecuación como edificio de viviendas de la finca ubicada en la calle Barranco, 4, ese enorme edificio totalmente desahuciado y apuntalado a la espalda de la que todavía es comisaría de la Policía Nacional.

Todas estas actuaciones, que hoy día parecen formar parte de un bonito cuento de ciencia ficción y que juntas configuraban una inversión de unos cuatro millones de euros, formaron parte hace tres años y medio de lo que se llamó con gran pompa el Plan de Actuación 2014-2015 en lo que al centro histórico se refiere, ya que ese plan preveía actuaciones en toda la ciudad y con un presupuesto más abultado proveniente de los ingresos de la venta de AJEMSA, posiblemente el error más grande, y mira que se han cometido errores gordos, que ha cometido el Ayuntamiento de Jerez en los más de 40 años que llevamos de democracia y del que nos estaremos lamentando durante décadas.

Sólo hace tres años de eso y parece que todo se ha olvidado, pero no es así. Muchas personas ni olvidamos ni perdonamos. En la actualidad todos nos felicitamos por las obras, al fin, que se acometen en la Plaza Belén y por el buen ritmo de las mismas, pero ¿os imagináis lo que hubiera supuesto esta venida de fondos europeos para el centro histórico si todo lo que se prometió realizar en ese plan se hubiera hecho? ¿Podéis intentar valorar el impulso que supondría para la repoblación del centro histórico unas inversiones que se podrían haber volcado exclusivamente en eso, en favorecer la venida de habitantes jóvenes, porque todo lo demás se hubiera realizado? El impacto hubiera sido brutal, definitivo y acortaría una barbaridad los descomunales plazos estimados para conseguir el objetivo de repoblación, rehabilitación y dinamización sostenible de la zona intramuros. 

Estamos hablando de un pasado ni mucho menos lejano en el que otra formación política, el PP, estaba al mando del Ayuntamiento haciendo valer la mayoría absoluta obtenida en las elecciones de 2011 tras posiblemente los periodos de gobierno municipal más calamitosos conocidos en esta ciudad: los años del tándem Pelayo-Pacheco y los años nefastos de Pilar Sánchez. En el año 2013, a los pocos meses de la creación de la Asociación de Vecinos del Centro Histórico, se crea la Mesa del Centro Histórico, ente dentro del cual se presentaron y votaron las siete actuaciones nombradas al principio. No sirviendo absolutamente para nada, salvo para marear la perdiz y para intentar acallar al personal, sí se mostró como un foro donde personas de diferentes ámbitos, todas necesarias para la salvación del centro histórico, nos veíamos y podíamos llegar a acuerdos y consensos y poner nuestras ideas en común. El caso es que al final de la legislatura sólo se realizó la consolidación del Palacio Riquelme, actuación para la que se destinaron 80.000 euros de los 150.000 inicialmente previstos y cuyas obras finalizaron en octubre de 2015, ya con el gobierno municipal actual en el poder. Del resto de los casi cuatro millones de euros que componían el plan y de las actuaciones en sí nunca más se supo. Bueno, sí, se supo que el dinero no estaba y que no se sabía en qué se había gastado, ya sabéis, esa incapacidad e inutilidad en la gestión que últimamente hemos llamado política y por la que nadie nunca responde de sus responsabilidades. 

"A mí también me duele Jerez, pero me duele aún más que se me engañe o se crea que se me ha engañado"

Recuerdo cómo en abril de 2015, en el transcurso del X Certamen de Pintura al aire libre de San Mateo en la Plaza del Mercado, María José García Pelayo me decía las siguientes palabras, tal cuales, en presencia de otro miembro de la asociación de vecinos al plantearle las dudas que ya se tenían sobre las actuaciones que se habían anunciado y no se realizaban: “Vamos a dejarnos de pajas mentales, el dinero está y todo se va a hacer”. Sí, no os extrañéis, los políticos se expresan como personas normales cuando no tienen micrófonos y cámaras delante y estas palabras fueron pronunciadas a un mes vista de las elecciones municipales. Por eso llama mucho la atención que se lance ese titular que hemos leído durante la pasada semana pronunciado por la misma boca de la que salió la expresión de las pajas mentales: “Me duele Jerez”.

A mí también me duele Jerez, pero me duele aún más que se me engañe o se crea que se me ha engañado. Me duele Jerez, pero me duele mucho más que se juegue con su centro histórico, convirtiéndolo en rata de laboratorio para medir el resultado de las mentirosas promesas pronunciadas sobre él. Me duele Jerez, pero me duele más la incapacidad, la frivolidad, la incompetencia, la hipocresía y la poca vergüenza que ha manejado la ciudad durante décadas, lo que ha provocado su hundimiento más absoluto. Me duele Jerez, pero las mentiras duelen más. Me duele Jerez, pero es peor el declive social que estamos sufriendo, porque nuestros gobernantes al fin y al cabo son consecuencia de nosotros mismos como sociedad que traga, traga y traga.

Me duele Jerez, pero duele más que un pueblo que hace tiempo que dejó de ser ciudad por méritos propios piense que con el arte, la gracia y el salero exclusivamente se puede prosperar y no se da cuenta de que eso es sólo un complemento al fin que se pretende alcanzar y a los medios empleados para conseguirlo y no un fin en sí mismo. Me duele la ruina patrimonial, la despoblación, la falta de identificación y las promesas incumplidas. Me duele ver cómo son otros los que cambian de parecer y proceder mientras tú te mantienes en la misma posición.  Pero sobre todo me duele que todas esas situaciones las hayan provocado aquellos que después salen en los medios proclamando que les duele Jerez. Jerez ya no duele, es tarde para eso. Ahora sólo es digna de pena. Y a causa del falso dolor de unos cuantos irresponsables y de su nefasta gestión, todos lloramos. Duele mucho, pero no olvidamos.

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