“Cobro unos 460 euros o así, depende también del mes”, dice Manuel. “En la empresa conozco a una mujer que lleva allí desde que llegó el primer Primark a España".
"No estamos en una crisis económica. Tenemos alguna dificultad que nos viene de fuera. La fortaleza de nuestra economía nos permitirá sin duda alcanzar el objetivo de llegar al pleno empleo".
Estas eran las palabras que utilizaba José Luis Rodríguez Zapatero a principios del año 2008 para referirse a la que posteriormente bautizó como “recesión económica”. Recesión económica que, poco después, acaparó portadas y titulares durante varios años, ya definida más acertadamente como “crisis”.
En mayo de 2009, el gobierno socialista abandonó la idea de negar la crisis para pasar a una nueva táctica: hacer creer que ya estaba pasando. Es lo que en aquel momento llamaron los “brotes verdes”. Es desde entonces que hemos oído, leído y vivido gran cantidad de eufemismos y promesas, tanto por parte de socialistas como de populares, en referencia a la crisis económica que ya no ocupa titulares y portadas. Pero no porque ya no exista, sino porque, sencilla y tristemente, nos hemos acostumbrado a ella.
“La crisis ya es historia”. Cinco palabras pronunciadas por el actual presidente del gobierno (ahora, eso sí, con mayoría simple), Mariano Rajoy, hace dos años, en diciembre de 2014. “La recuperación se vive en los mostradores de los pequeños negocios, en los pedidos de los proveedores, en las barras de las cafeterías, en las mesas de los restaurantes, en las nóminas de muchos españoles y en el interior de sus hogares", fueron las palabras exactas del presidente.
Nueve años después del comienzo de la crisis, a pocos ha convencido el gobierno popular de que esta ya sea historia. Y no es de extrañar: durante el pasado mes de noviembre, lejos de mejorar la situación para las personas en desempleo, nada menos que 24.841 personas pasaron a engrosar las listas del paro. Y eso no es todo: según las fuentes oficiales, se perdieron 32.832 afiliados a la Seguridad Social.
Casi cuatro millones de parados; una cifra descorazonadora, pero que, al menos, difiere de los cinco millones que llegaron a alcanzarse durante el año 2013. Algo más de trabajo, pero, ¿en qué condiciones?
Manuel tiene 22 años. Para poder costearse los estudios, trabaja a media jornada en un Primark, como tantos otros jóvenes.
“Cobro unos 460 euros o así, depende también del mes”, dice Manuel. “En la empresa conozco a una mujer que lleva allí desde que llegó el primer Primark a España. Como al principio contrataban con las condiciones de Irlanda (la empresa es irlandesa), por unas pocas horas más que yo, cobra prácticamente el doble. Luego ya se amoldaron a como estaban las cosas en España”.
Otros trabajadores recuerdan cómo hace aproximadamente diez años las cosas eran bien distintas. Otras famosas cadenas de grandes almacenes y grupos de distribución llegaba a pagar unos 700 euros mensuales a las personas que trabajaban para ellos unas doce horas semanales. Manuel, trabajando 20, no llega a los 500.
A los más jóvenes empieza a no parecerles mal el bajo sueldo que normalmente se les paga. Los que han empezado a trabajar a posteriori del comienzo de la crisis no recuerdan una época en la que muchos medios de comunicación hablaban del llamado “drama del mileurista”; ahora para ellos llegar a mileuristas es toda una hazaña.
Según los datos oficiales, nada menos que el 94% de los contratos de trabajo firmados durante el pasado mes fueron temporales. En un panorama en el que prácticamente todos los contratos son de las características anteriormente comentadas (temporales, en pobres condiciones y de muy bajo sueldo), resulta especialmente preocupante que las últimas generaciones en entrar en el mundo laboral no conozcan otra realidad aparte de esta, y la asuman como lo habitual en un momento social en el que esta situación se ha normalizado y ya no ocupa grandes titulares ni portadas.
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