La celebración de unas jornadas de formación de la Inspección Educativa en la provincia de Sevilla ha puesto de manifiesto al deterioro al que el Gobierno socialista antes y el Gobierno del PP después, están llevando al cuerpo de inspectores de Educación. Altos cargos de la Administración Educativa Andaluza —la consejera, un director general y la inspectora general— han ofendido la dignidad de este cuerpo con afirmaciones tales como “sois unos melones”, por parte de la señora consejera o “no habéis estado a la altura de las circunstancias", por parte del director general de Ordenación y Evaluación Educativa.
La inspectora general se ha reafirmado sobre las irrespetuosas afirmaciones anteriores sobre el papel que la inspección ha tenido en la prueba de diagnóstico. Los inspectores se habían negado a la entrega física de las pruebas, ya que los convertían en repartidores de exámenes.
El “ninguneo” de la Inspección de Educación comenzó con el Gobierno socialista. De ser un cuerpo de prestigio y con una formación científica y prácticas en el ámbito educativo, con una función tan importante y necesaria para el Sistema Educativo como es la supervisión y, por ende, coordinación de todos los servicios que inciden en el centro educativo lo han transformado en un órgano burocrático sin papel alguno en la defensa de los derechos educativos de los alumnos. Las funciones claves de la supervisión precisas para una educación de calidad son:
Evaluación: Análisis del desempeño de la función docente, la gestión escolar y los resultados del aprendizaje identificando sus fortalezas y áreas de mejora.
Asesoramiento: Ofrecer apoyo pedagógico a los docentes para mejorar sus prácticas en el aula y en la gestión del centro educativo.
Control: Función única y exclusiva de la Inspección como la verificación del cumplimiento de normas, reglamentos y planes educativos asegurando la equidad del servicio educativo.
Desarrollo profesional: Fomentar la capacitación y actualización de los docentes promoviendo su crecimiento y mejora continua.
La supervisión educativa debe considerarse un proceso clave en la garantía de la calidad de los servicios educativos, en la mejora del rendimiento académico, en la promoción la equidad y la inclusión y fen el fomento de la innovación y la mejora continua.
Como inspector jubilado recuerdo con nostalgia el nivel y el status del cuerpo de inspección del que formé parte activa y de su papel tan necesario e importante en un sistema educativo de calidad. Un indicador de su prestigio era que cada curso se celebraban jornadas de estudio en el Pazo de Mariñán para analizar la legislación y normativa propuestas por la Administración Central para que la Inspección, antes de trasladar estos aspectos legislativos a nivel de BOE, la analizara desde un punto de vista científico-pedagógico y práctico dada la formación teórica y del conocimiento de la realidad educativa del cuerpo de inspección.
Hoy, su papel ha quedado reducido a la aplicación de unas normativas e instrucciones alejadas de la realidad educativa y pocas veces conforme con la teoría y práctica de una educación de calidad. El prestigio de la inspección Educativa era similar a la de otras inspecciones de prestigio como las de Trabajo y Hacienda.
Dado el fracaso escolar detectado por las pruebas de diagnóstico internacionales, muy superior a la de otros países de nuestro entorno y, especialmente, en Andalucía, es de todo punto necesario devolver a la inspección Educativa el papel preponderante que debe tener en el sistema educativo.
Por otra parte, los inspectores actuales y sus sindicatos deben ser conscientes de su necesario papel en el sistema educativo reivindicando y luchando todo lo posible y, si es necesario, acudir las asociaciones de padres en defensa un órgano garante de los derechos educativos y de una educación de calidad y equitativa para todos los alumnos y alumnas de nuestro país.



