El Tranvía atraviesa toda la calle Real de San Fernando.
El Tranvía atraviesa toda la calle Real de San Fernando. ESTEBAN

Después de visto que el tranvía de la Bahía de Cádiz es, en realidad, un deseo que da mucha literatura, al menos periodística, y que no hay nada que hacer, hablaremos de los impuestos negativos a los ricos de Moreno, aunque también es un asunto sin verdadera solución.

Hubo muchos esperanzados en que ganara una fuerza progresista y proclive a la democracia en Italia, pero se encontraron esperando en una marquesina del tranvía de la Bahía. Toda esa esperanza venía animada tras el desastre de una guerra, la de Putin contra Ucrania, pero los raíles del gas han quedado inutilizados debajo del mar Báltico: este invierno va a ser posible vivir solo en Noruega y en Sevilla.

Hoy se celebra la unificación alemana, y en lo único que todo el mundo está de acuerdo, desde 1989, es que sea festivo y puente. La unificación no trajo ni mayor ni mejor igualdad, ni en las dos partes por separado ni en la parte que hoy es común. La locomotora alemana siguió a toda velocidad y sin parar en casi ninguna estación. Su ferrocarril privatizado es ejemplo de lo que un ferrocarril no debe ser y los próximos años será un desastre creciente: luego veremos la luz al final del túnel o no. Y si el desastre sigue muchas personas tomarán el mar gobierno como un fenómeno atmosférico.

Digo esto porque cuando les pongan a Alemania como ejemplo de buen funcionamiento, mejor miren para otro lado no sea que se les meta esa idea en la cabeza, y pase como con todo lo hecho por la Merkel o por Schröder, el amigo de Putin: neoliberalismo molón que destruye la vida de muchas personas abrazadas a él; y de muchas otras personas que no lo querían tener cerca.

Las mayorías sociales son complejas de comprender por eso es razonable ponerse muy suspicaz cuando se habla del pueblo o de la sociedad. Ni qué decir cuando le hablen a usted de la clase media; menos si la clase media se apellida trabajadora. En Brasil acaba de ganar la primera vuelta de las elecciones presidenciales Luiz Inácio Lula da Silva. Una victoria pírrica, en realidad, si tenemos en cuenta que el progresismo estará en minoría en el Senado y que la mayoría, todavía están siendo atribuidos muchos escaños, puede llegar a ser una mayoría bolsonarista clara. También la elección de gobernadores deja poco espacio para la esperanza.

Las elecciones en Andalucía no quedan fuera del mundo desde que el mundo es ya una gran plaza de pueblo. Así, el neoliberalismo ha vencido en las elecciones de una de las tres comunidades autónomas más pobres de España. Las españolas del próximo año serán más decisivas de lo que nos imaginamos: en mayo municipales y en noviembre las generales.

Por qué el neoliberalismo tiene tantos monaguillos y sacristanes es, realmente, un secreto indescifrable, que tiene que ver con la salud intelectual, no la mental, nadie haga juegos de palabras, de las sociedades y de las personas que las componen. El capitalismo venció la guerra de la propaganda, eso que hoy está de moda denominar la guerra cultural, en materia económica. La caída del Muro de Berlín fue el punto de arranque de esta ola en la que estamos. El escaparate contra el bloque soviético no era ya necesario. Los obreros no necesitaban ya vivir mejor que los obreros de la Alemania comunista, porque no había Alemania comunista. Se desató todo el resentimiento capitalista contra todo lo que no fuera arrancar beneficios de donde se pudiera con el único ánimo de la avaricia. Terminó la idea de ofrecer bienestar a nadie y triunfó la de sacar dinero de todas partes como si se tratara de un mandamiento divino. Sacar dinero cambiándolo todo para sacar dinero de todas partes. Es esta la locura en la que estamos. Se quita el ambulatorio para que un amigo ponga uno privado. No se levanta un tranvía para que quien sea siga ganando dinero con su negociete.

Es una locura tal, tan gigantesca es la locura, que el sentido común sano no da para comprenderla y muchas personas se entregan al sentido común que ofrecen de ganga demasiados charlatanes de feria. Porque, ¿qué es el sentido común? Sí, ¿qué es el sentido común? El sentido común es lo que sirve para que la gente tenga miedo y falsas esperanzas. El sentido común es el refranero, que para cada cosa tiene blanco y tiene negro, según haga falta. El sentido común es lo que dicen los párrocos en los púlpitos, y no lo que hacen. El sentido común son unas matemáticas económicas y financieras que nunca resultan, excepto para los intereses concretos de quienes las usan. El sentido común no sirve para absolutamente nada.

Es el mundo de príncipes que el capitalismo inventó para todos nosotros. La resignación que inventó el cristianismo. La violencia resentida contra quien se aparte de ese credo. Sea el tranvía de la Bahía, el impuesto contra los ricos o destruir la Amazonia.

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