Yolanda al Vaticano; Abascal a Brasil; y Marín, a primarias

De todas formas esas primarias sólo tienen el valor, una vez conocido su resultado, de saber cuándo se producirá el otro viaje, el de Marín hacia el Partido Popular

Marín y Moreno se saludan, hace unos días en la Real Escuela del Arte Ecuestre de Jerez.
Marín y Moreno se saludan, hace unos días en la Real Escuela del Arte Ecuestre de Jerez.

La semana que termina está siendo pródiga en viajes más allá de los provocados por el largo puente de la Constitución y que se han convertido ya en habituales para buena parte de los españoles y españolas. Pero junto a esos desplazamientos vacacionales se están produciendo otros más bien vocacionales entre los que yo destacaría el de la vicepresidenta Yolanda Díaz al Vaticano para mantener entrevista con el Papa Francisco, el de Abascal a Brasil para mostrar su apoyo a Bolsonaro y también el viaje, no geográfico pero si espacial, de Juan Marín a las primarias de Ciudadanos.

La vicepresidenta busca marcar su impronta más social con su visita a un Papa que ha marcado un antes y un después en la política del Vaticano. Francisco imprimió desde su llegada un carácter social nunca antes visto a la Iglesia católica y han sido muchas las ocasiones en que se ha referido a la necesidad de superar las desigualdades existentes en nuestra sociedad. Hay quienes han llegado a llamarle el Papa de los pobres y quienes desde la ortodoxia más ultramontana han llegado a criticarle públicamente como ha sido el caso de nuestro viajero brasileño. Ese rostro humano de la política vaticana que Francisco encarna a la perfección es el que desea Yolanda Díaz en su intento de moderar la imagen de un partido que vivió con Iglesias sumido en las radicalidades teóricas y los pragmatismos coyunturales.

El viaje de Díaz no es un viaje inocente ni mucho menos, busca también consolidar su imagen como gobernante capaz de la moderación, más allá de su pertenencia a Podemos, y  reforzar el carácter eminentemente social del reagrupamiento de la izquierda que pretende liderar para lo que quizás espera contar con la bendición papal.

El segundo de los viajes a los que me refería, el de Abascal a Brasil, es un capítulo más de los despropósitos en los que una y otra vez cae el líder de la extrema derecha española en su intento de construirse una imagen de gobernante autoritario desde la propia consciencia de la debilidad e inconsistencia de su pretendido liderazgo. Ni corto ni perezoso se ha marchado a Brasil, como si de una nueva División Azul  unipersonal se tratara, a luchar contra el avance del comunismo en la Iberosfera, término este que reconozco no conocer, al igual que le ocurre al teclado de Word que utilizo, y cuyos límites territoriales también ignoro por lo que Abascal debería concretárnoslo sobre todo para saber lo que viene. 

La mera idea de aparecer junto a Bolsonaro, que ha devuelto Brasil al tercer mundo en cuanto a violación de derechos humanos, corrupción y empobrecimiento, es ya significativo de lo que se puede esperar de gobernantes totalitarios que se convierten en el modelo a imitar por la extrema derecha española. La mera gestión, o quizás mejor la ausencia de ella, de la pandemia del Covid que ha situado a Brasil en el país con mayor número de víctimas en términos relativos nos da una idea de lo que habría ocurrido en España con un Gobierno de extrema derecha. Que Dios nos coja confesados con los modelos a apoyar e imitar del líder de Vox.

Y decía antes que hay un tercer viaje que no se puede considerar un desplazamiento geográfico como los dos anteriores pero si un viaje espacial hacia la irrelevancia a la que está condenada Ciudadanos en España y también en Andalucía. En mitad de este largo puente se dio cuenta Juan Marín que no había hecho primarias, acostumbrado como está a dirigir Cs como si de su cortijo particular se tratara. Pero nunca hay mal sin remedio y el veloz Marín convocó unas primarias expréss como tapadera de la decisión ya tomada por él y sus adláteres más cercanos. De todas formas esas primarias sólo tienen el valor, una vez conocido su resultado, de saber cuándo se producirá el otro viaje, el de Marín hacia el Partido Popular.

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