La atleta Ana Peleteiro, bronce en triple salto en los Juegos Olímpicos de Tokio 2021
La atleta Ana Peleteiro, bronce en triple salto en los Juegos Olímpicos de Tokio 2021

A tenor de lo visto a lo largo de la última semana cabe afirmar que las medallas ganadas hasta ahora por los deportistas olímpicos españoles tienen otro color además del oro, plata y bronce,  el de la piel del hombre o mujer que la ha ganado. Y viene esto a cuento de la plata ganada por el gimnasta Ray Zapata y el bronce de la saltadora de triple Ana Peleteiro que han visto como su éxito deportivo ha despertado la fiera supremacista de la extrema derecha y una buena parte de la derecha extrema cuyos seguidores han denigrado el enorme esfuerzo de estos deportistas por el mero hecho de tener un color de piel distinto.

Han sido varias figuras destacadas de la extrema derecha quienes estos días han vertido en redes sociales el odio al diferente, en este caso por el color de su piel, y en contra del parecer muy mayoritario del conjunto de la ciudadanía que nos sentimos orgullosos del triunfo de nuestros compatriotas. Y es que la extrema derecha y la derecha extrema han encontrado en el éxito de deportistas con raíces africanas lo que ellos consideran un filón para alimentar la espiral de la xenofobia y el odio racial, una visión peligrosamente supremacista y muy dañina para la convivencia de todos los que vivimos en nuestro país. Probablemente Mohamed Katir, el fondista español de origen marroquí, sea la próxima diana de esos dardos envenenados de los profetas de la limpieza étnica.

Resulta doloroso en este sentido que el propio líder de la oposición, el señor Casado, haya tardado una semana en reconocer el éxito de nuestros medallistas de piel negra y además de manera vergonzosa aprovechando la medalla en kárate de Sandra Sánchez, un reconocimiento casi clandestino no vaya a ser que los hermanos malos de Vox entren en combustión política. Con ello queda claro que el supremacismo blanco español, que se ha cebado con nuestros medallistas olímpicos, no es patrimonio exclusivo de la extrema derecha sino también de una parte del propio Partido Popular.

Y ya que estamos en el terreno de lo deportivo recordar también que la semana nos ha dejado dos despedidas de diferente calado. Por un lado la marcha definitiva de quien durante décadas fue el rey del motociclismo mundial, Valentino Rosssi Il Dottore, personaje singular donde los haya y que hizo las delicias de todos los que amamos el deporte de las motos. Parece que Valentino desea seguir viviendo a lomos de la velocidad pero cambiando la moto por los coches, sea lo que sea, larga vida al Dottore.

Y la segunda despedida ha sido la de Messi que abandona el Barça muy a su pesar tras haber aceptado incluso una reducción del cincuenta por ciento de sus ganancias. La marcha de Messi evidencia la locura en la que se ha convertido el futbol profesional con los traspasos multimillonarios y los salarios estratosféricos de los futbolistas estrellas como es su caso. Pero también pone de manifiesto la ruina económica en la que ha incurrido ese emblema futbolístico del supremacismo independentista que es el Barça, al que orgullosamente siempre han considerado “algo más que un club”. Como afirmaba un conocido periodista deportivo al conocerse la noticia, la quiebra del Barça, simbolizada en la marcha de Messi, es algo más que una quiebra económica, es también una quiebra moral y deportiva, una lección que será difícil de olvidar porque la quiebra del Barça es también “algo más que una quiebra”.

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