Si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma irá a la montaña
Si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma irá a la montaña

Al parecer fue el filósofo inglés Francis Bacon quien a finales del siglo XVI en uno de sus ensayos dio a conocer este aforismo que ha llegado hasta nuestros días. Planteaba Bacon con ello que si las cosas no se dan en la forma en la que pensábamos habrá que buscar otra forma para conseguirlas, pensamiento que se mantiene tal cual cinco siglos más tarde, y es que en cuestiones filosóficas cinco siglos no es nada.

Y si no que se lo digan a Pablo Casado que anda estas semanas yendo cada día a la montaña con esa conferencia itinerante del Partido Popular que parece una gira del desaparecido circo Price. Casado ha hecho profesión de fe del aforismo de Bacon y ha emprendido su particular travesía del desierto de territorio en territorio con la misma fe con la que Mahoma podía ir a la montaña haciendo una parada en alguna capital autonómica para instalar la carpa y como si del desparecido Ángel Cristo se tratara hacer una demostración pública de cómo domesticar los fantasmas de su proyecto político.

En los momentos estelares suele rodearse en esas galas de personajes que tienen como común denominador un pasado exitoso y un presente decadente e incluso alguno de ellos un futuro entre rejas. Con la llegada del circo de Casado a Madrid se produjo uno de los momentos más esperpénticos por la presencia e intervención del expresidente francés Nicolás Sarkozy inmerso en numerosas causas por corrupción incluida una por la que fue condenado al día siguiente de su presencia en Madrid. Vino el francés a dar lecciones de centralismo a uno de los países con mayor grado de descentralización de la Europa comunitaria al tiempo que fustigaba a los nacionalismos, precisamente él que tuvo durante su presidencia el más grave problema de independentismo que subsiste entre los países comunitarios, el independentismo corso.

Pero si la gala madrileña resulto un fiasco para Casado por la condena de Sarkozy y la gira americana de la indolente Díaz Ayuso, concediendo entrevistas a los medios españoles que le han acompañado desde un balcón con vistas lejanas a la Casa Blanca,  el siguiente episodio en Sevilla supuso un triple salto mortal con tirabuzón que eclipsaría todavía más la figura del errático presidente del Partido Popular.

En esta ocasión fue Vargas Llosa, intelectualmente en las antípodas de aquel escritor que llegó a obtener el Premio Nobel, quien se encargó de dinamitar la conferencia con su afirmación de que lo importante en unas elecciones no es que haya libertad sino votar bien, lo que contradice la esencia más pura de la propia democracia que encuentra en la libertad de voto su sentido más profundo. Lo de Vargas Llosa viene a confirmar que la decrepitud física del paso del tiempo con bastante frecuencia viene acompañada del ocaso intelectual.

Y por si faltara algo llegó el Padrino, el sempiterno José María Aznar, a tutelar a su pupilo atacando al presidente mejicano López Obrador, con su habitual y grotesco sentido del humor, y negar la legitimidad de las elecciones democráticas del 77 que considera cuestionadas por la vigente ley de memoria histórica. Ahí es nada el mensaje del tutor que pidió la derogación de la ley, el único consuelo de los familiares de quienes sufrieron los desmanes de la dictadura franquista. Con invitados como estos y tutelajes como el de Aznar solo resta esperar como Díaz Ayuso en el acto final de la conferencia, una vez retornada de su excéntrico viaje, termina por dinamitar la conferencia y con ello al caballero de la triste Figura, Pablo Casado, y es que con amigos como estos no necesita enemigos.

Y quien a principios de semana se mostraba también seguidora entusiasta de Bacon en ese tema de que si las cosas no se dan como pensábamos, en su caso la victoria en las primarias para el Congreso federal que supusieron una contundente derrota para ella, habrá que buscar otra forma de conseguirlo, no es otra que la derrotada Irene García y los hermanos Román. Y al parecer, por lo publicado en este mismo periódico, a ello se puso en un conclave con sus afines el día después de su lacerante derrota. Cuentan que el conclave tuvo lugar en Puerto Real, que allí García mostró su idea obsesiva de presentarse a la reelección en el Congreso prenavideño al mismo tiempo que afirmaba sin pudor y sin el más mínimo sentimiento ético que la fórmula debía ser el incremento de quinientos militantes en las agrupaciones afines. Ahí es nada, alterar el cuerpo electoral deprisa y corriendo le pese a quien le pese. La verdad que esta señora y sus asesores ha perdido el norte y me temo que algo más. Y como coordinador de todo ello había elegido a Quino Macías que lleva camino de repetir los éxitos de Máximo Díaz Cano como asesor de Susana Díaz.

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