Moreno Bonilla, en una visita reciente al Hospital Virgen del Rocío. La salud trae cola en Andalucía.
Moreno Bonilla, en una visita reciente al Hospital Virgen del Rocío. La salud trae cola en Andalucía.

Una vez apagados los ecos del Noviembre Nacional, esa especie de aquelarre que la derecha cavernícola ha venido organizando en la calle Ferraz, y que como cantaba Serrat en Fiesta “vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza y el señor cura a sus misas… Vamos bajando la cuesta que arriba en mi calle se acabó la fiesta”, ha vuelto a aparecer con toda su crudeza la realidad que envuelve a los líderes del Partido Popular.

En Andalucía, mientras Juanma intenta desviar la atención con sus alegatos de nacionalista españolista y su victimismo financiero injustificado, la dura realidad de las listas de espera, también llamadas coloquialmente colas, en la sanidad pública andaluza están en todo su apogeo. Y no es que con los gobiernos autonómicos andaluces anteriores no las hubiera, que también las hubo, pero nunca tan extensas y extendidas por todos los sectores, desde la atención primaria, las consultas de especialidades o las intervenciones quirúrgicas. Vemos con demasiada frecuencia, ya que hay pacientes que son citados para 2025 como si de un juicio de lo social se tratara.

Y desde el presidente hasta el último responsable territorial pasando por la señora consejera se han instalado en un conformismo complaciente como si la responsabilidad del atasco en la prestación del servicio sanitario no fuese con ellos. El bueno de Juanma a lo más que llega es a afirmar en sede parlamentaria que tenemos un problema serio, utilizando un plural retórico que mitigue su propia responsabilidad, mientras Andalucía ostenta el dudoso liderato de las listas de espera y más de 45.000 andaluces y andaluzas esperan una intervención quirúrgica, y todo ello a pesar del esfuerzo del presidente Moreno y su consejera Catalina García de desviar presupuesto a la sanidad privada en un intento a la desesperada de reducir tan terribles cifras.

Y si el presidente elude responsabilidades pluralizando el problema, la consejera por su parte intenta justificar las colas físicas y telemáticas aludiendo a la calidad de la sanidad andaluza como causa de los retrasos, y de tal manera ha cundido el ejemplo magistral de la jefa que sus subordinados onubenses han colocado en las redes sociales de dos distritos sanitarios una especie de collage, repugnante y discriminatorio con quienes sufren esas colas de espera, que en cualquier democracia de estándar medio habría llevado al cese inmediato de sus responsables, y que bajo el título de "Todo lo bueno trae cola" compara las colas en Correos, pastelerías o restaurantes con las colas de la sanidad pública de la que ellos son sus gestores y responsables.

Está claro que en el tema que nos ocupa, la sanidad pública andaluza, la derecha gobernante en nuestra Comunidad ha perdido el norte y también el sur, porque si en la anterior legislatura la pandemia ocultó todas las carencias de la gestión del ínclito Jesús Aguirre, el rey del chascarrillo hiriente, ahora en un horizonte político de mayoría absoluta no hay chiste de Aguirre capaz de ocultar esta especie de triángulo de las Bermudas en el que Moreno ha convertido la sanidad pública andaluza capaz de tragarse miles de millones hasta las profundidades del océano y los bolsillos de la sanidad privada.

Mientras tanto, los responsables sumisos de algunos distritos sanitarios seguirán tapando las vergüenzas del régimen buenista de Moreno al que ya toca decirle que los andaluces y andaluzas no tenemos un problema serio, que quienes lo tienen son él mismo y su gobierno, y que la ciudadanía en general se ha convertido en rehenes vitales de sus listas de espera.

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