Pedro Pacheco, durante un mitin de hace unos meses.
Pedro Pacheco, durante un mitin de hace unos meses.

Nada hacía presagiar que la paz mortecina de los inicios de la cuesta de enero iba a saltar por los aires por obra y arte del hombre al que le encanta Jerez, o quizás por sus circunstancias que son muchas y variadas. Nadie ignora la capacidad de Pedro Pacheco para lanzar titulares históricos y a su “la justicia es un cachondeo” me remito. Lo que ahora llamamos viralizar algo en las redes sociales ya lo había inventado Pedro antes de que se inventaran las propias redes.

Por eso no resulta extraño el revuelo provocado por sus declaraciones en el programa La resistencia de 7TV, en el que tengo el gusto de participar junto a él. Con motivo de la entrada en vigor de la reforma del Código Penal, y más concretamente del delito de malversación, fue preguntado si eso afectaría a su condición de inhabilitado para el ejercicio de cargo público. Ahí se abrió la caja de Pandora de las posteriores especulaciones mediáticas sin que su respuesta y el tono de la misma para nada contribuyeran a ello. Un Pacheco excesivamente tranquilo, para lo que es habitual en él cuando de su futuro se trata, dio una respuesta lógica desde el punto de vista de su más reciente experiencia vital y de su convencimiento más íntimo de que su condena fue injusta. Pero para nada abrió la puerta a una vuelta a la política en una segunda parte que, en su caso como en el mío y también en el de García-Pelayo, nunca puede ser buena.

Pero lo ríos de tinta empezaron a correr por las redacciones con la rapidez a la que nos tienen acostumbrados los medios digitales y los nervios empezaron a aflorar en alguna sede política. Pienso yo que el anuncio de Pacheco está más vinculado a un deseo de justicia para con su currículum vitae que a una posible vuelta a la actividad política, sobre todo porque soy de los convencidos de que todos tenemos una obligación con nuestro pasado que no es otra que no estropearlo con nuestro futuro. En el futuro más inmediato Jerez necesita de la sensatez de la que viene haciendo gala el actual equipo de gobierno y de la humildad del comportamiento de sus componentes. 

Los tiempos de la ciudad-Estado ya pasaron y sería conveniente reconocer el papel tan importante que Pacheco jugó para configurar su identidad y trazar la línea que le ha llevado a convertirse en el eje de la centralidad provincial. Conviene por tanto que quienes tienen en sus manos el poder para hacerlo cierren la puerta del pasado y hagan justicia con quien lo protagonizó, aprobando así una asignatura pendiente del conjunto de la ciudad.

Una figura histórica del calado de la de Pacheco no puede quedar sepultada bajo una sentencia injusta para muchos. La grandeza de los gobernantes reside, entre otras cosas, en la capacidad para sentirse continuadores de un proyecto histórico e inacabado, al tiempo que alejado de cualquier tentación adanista, porque soy de los que piensan que a Pedro, a estas alturas de su vida, hay que quererlo y no temerlo a pesar de su enorme capacidad para generar titulares con un simple estornudo.

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