El vicepresidente de la Junta, Juan Marín, en una imagen reciente.
El vicepresidente de la Junta, Juan Marín, en una imagen reciente.

Qué gran verdad encierra el refrán que dice aquello de que “quien no se consuela es porque no quiere”, y el alcalde de Granada, Luis Salvador, haciendo honor a su apellido, ha decidido cumplirlo a rajatabla. Ante los rebrotes del Covid-19 en su área metropolitana dice el buen hombre, en línea con el bondadoso e ingenuo positivismo de su jefe de filas, el vicepresidente de la Junta Juan Marín, que “no hay mal que por bien no venga para conseguir la inmunidad de rebaño”. Es de suponer que tras el esfuerzo mental de tan sesuda reflexión se habrá tomado unos días de descanso alejado del rebaño.

Y es que en Ciudadanos han debido perderle el miedo al dichoso virus que se empeña en desestabilizar la industria turística andaluza, o al menos eso se desprende de las declaraciones de Juan Marín pidiendo a los medios de comunicación que no hablen de rebrotes sino de casos positivos no vaya a ser que espanten a los turistas, otra variante más de la obsesión permanente de las derechas españolas por anteponer la economía a nuestra salud. Y es que pensar que un cambio de palabras para designar lo que realmente está ocurriendo en nuestra tierra es la solución para preservar la actividad turística resulta de una ingenuidad tal que raya en la indigencia política en un cargo tan relevante del Gobierno andaluz.

Ese mismo Gobierno que nos ha tomado por un rebaño, sin inmunidad pero con total impunidad, con sus famosas convocatorias de empleo que duran lo mismo que un envío premiun de mensajería, tan solo 24 horas. Primero fue la oleada de los tan traídos y llevados vigilantes de la playa que en número de 3.000 fueron contratados por Bendodo sin más mérito que la rapidez en hacer llegar un correo electrónico con su solicitud a cualquier registro de la Junta de Andalucía. A resultas de tan peculiar procedimiento de selección en alguna provincia, como es el caso de la nuestra, hasta cuatro miembros de una misma familia han alcanzado la gloria de cuidar de nuestra salud en las playas andaluzas.

Y ha debido Bendodo, el factótum de la superchería gubernamental, cogerle gusto a tan novedoso procedimiento de selección que lo ha repetido en menos de un mes para la contratación de 190 interinos, fundamentalmente técnicos superiores, para reforzar las tareas de la administración andaluza en tiempos de pandemia. Bendodo nos ha llevado de la noche a la mañana, nunca mejor dicho, a la Andalucía Express donde la rapidez de un correo electrónico ha sustituido a los principios constitucionales de igualdad, mérito y capacidad. Y mientras tanto en el rebaño impera el silencio de los corderos.

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