O eres mía o de nadie

No me extraña que entre los suyos y los de enfrente, Feijóo y compañía tengan estos desvaríos posesivos que el propio González Pons ha puesto de manifiesto esta semana

El Senado, en una imagen reciente.
El Senado, en una imagen reciente.

A tenor de los últimos acontecimientos, pareciera que este tópico machista que con frecuencia ha terminado en trágica violencia contra las mujeres se hubiera convertido en el eslogan preferido de la acción política de un Partido Popular dominado por un sentido posesivo sobre la nación española de la que quedan excluidos todos aquellos que no comulguen con sus principios, esos mismos principios que cuando quedan en evidencia son sustituidos de inmediato por otros, tal como pretendía Groucho Marx.

El propio líder del Partido Popular se ha convertido en el máximo exponente de esa tendencia posesiva sobre una España que debiera ser de todos. Cuestionaba semanas atrás el señor Feijóo la legalidad de la principal Cámara legislativa, el Congreso de los Diputados, por el simple hecho de no contar con mayoría en el mismo y no poder hacer allí de su capa un sayo como es costumbre donde los populares gozan de la mayoría para hacerlo. Piensan muchos que Feijóo, más que un buen o mal líder político, es en realidad un insensato que cada mañana repite a su torpe manera los mensajes que elabora la factoría de ficción de Génova 13.

Podría comprenderse, desde una perspectiva benevolente, que la conjunción planetaria de Isabel, Cayetana, Tellado y demás opinantes, puede provocar esa perdida de consciencia sobre la realidad que todos vivimos, pero ese comportamiento alerta sobre un déficit importante de carácter para quien pretende convertirse en alternativa a Sánchez y gobernar este país. Y este último, Sánchez, algo también tiene que ver en esa errática deriva argumental con la que el político gallego intenta surfear las gigantescas olas de la política nacional. 

Y es que Sánchez está resultando ser algo más que un tipo con suerte, como muchos lo han querido caricaturizar y, mira por dónde, cada semana tiene un argumento con el que demostrar que por muy duros que sean los tiempos que vivimos, otra España es posible. Sin ir más lejos, ayer mismo conocíamos los datos de la encuesta de población activa que reflejaban que en 2023 España, la de todos, no la de Feijóo y Abascal, había batido récords de creación de empleo con más de 780.000 nuevos ocupados. Qué se le va a hacer, las cosas de Sánchez, que entre amnistía y amnistía dirige gobiernos capaces de conseguir estos logros.

No me extraña que entre los suyos y los de enfrente, Feijóo y compañía tengan estos desvaríos posesivos que el propio González Pons ha puesto de manifiesto esta semana que termina. Decía el egregio político levantino que el Tribunal Constitucional era el cáncer del Estado de Derecho, en una clara falta de sensibilidad para quienes padecen la terrible enfermedad, y al mismo tiempo mostrándose como otro inconsciente en insensato propietario de las escrituras de España que al parecer los Reyes Católicos ya debieron poner a nombre del Partido Popular por lo que pudiera pasar con la unidad de España que tanto les costó a ellos conseguir.

Para Pons, el Constitucional, como no es de ellos, no va a ser de nadie como lo del Congreso de los Diputados para Feijóo, a quien la nuda propiedad del Senado le parece poco para sus méritos electorales. Qué trabajito les cuesta a estos señores y señoras entender que España y sus instituciones y poderes no son un cortijo que se hereda, pero me temo que no les va quedando más remedio. Y a propósito de herencias, a ver si nos devuelven a conjunto de la ciudadanía el Consejo General del Poder Judicial, porque ya está bien de escuchar: no me pises que llevo toga.

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