Elecciones andaluzas: Hamlet y la margarita de Moreno

Se las promete muy felices el nuevo coordinador general de Feijoo después de haber cocinado a fuego lento la última encuesta del Centro Andaluz de Estudios que hemos conocido coincidiendo con el Congreso popular de Sevilla

Juanma Moreno, durante un acto reciente.
Juanma Moreno, durante un acto reciente.

Anda Juanma Moreno en estos días deshojando la margarita de la convocatoria de elecciones en Andalucía como si del ser o no ser de Harlem se tratara. Parece que sus consejeros económicos y el oráculo del Guadalhorce le aconsejan en la intimidad, y algunos hasta en la plaza pública como si de globos sondas se tratara, que las convoque el 12 de junio antes de que las calores aprieten y las vacaciones refuercen la abstención electoral. En el caso de Bendodo, el nuevo gurú de Feijoo, se dan también las prisas personales por liquidar su trabajo fin de curso en Andalucía  y encomendarse a la sacrosanta tarea de poner fin a la fiesta nacional del PP.

Se las promete muy felices el nuevo coordinador general de Feijoo después de haber cocinado a fuego lento la última encuesta del Centro Andaluz de Estudios que hemos conocido coincidiendo con el Congreso popular de Sevilla. Hay que reconocer que el hombre, Bendodo, ha aprovechado bien el máster de comunicación política que ha hecho a marchas forzadas desde que llegó a San Telmo de la mano de Moreno que se equivoca al dejarlo marchar a Madrid por muchas promesas de multiplicarse, como los panes y los peces de la biblia, que le haya hecho su profético amigo.

Pero más allá de encuestas, más o menos favorables para Moreno, lo que de verdad le asusta es que el resultado electoral le ponga a recibir a puerto gayola al susodicho Abascal y la folclórica Olona, adalid de los caseteros y prima dona de las fake news  feriadas. En el supuesto de la victoria que ya se arrogan los populares andaluces por las barras de los bares, inspirados en los titulares de los medios “amigos” que beben y viven del fondo de reptiles de Bendodo, el presidente Moreno se enfrentaría al trágico dilema de susto o muerte e incluso de los dos al mismo tiempo.

Porque el susto, más que probable, puede ser un resultado bastante ajustado con los socialistas de Juan Espadas que no está dispuesto a tirar la toalla por mucho que las encuestas le golpeen el mentón. Una victoria por la mínima de Moreno sería, como en el caso de Mañueco, el primer desastre de la era Feijoo que se vería abocado a autorizar la entrada de la extrema derecha en el Gobierno de la Junta de Andalucía, el prólogo del suicidio de la derecha en Andalucía, una tierra que sentiría crujir sus cimientos si esa hipótesis se cumpliera.

Pero es que a Moreno la cosa se le puede poner como en la copla, ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio, porque si la victoria estrecha lo pone al borde del precipicio la otra, la holgada, lo va a dejar como en aquella película de Migue Bosé y Mates y Trece, sentados al borde de la mañana con los pies colgando y será entonces cuando toda la carga del dilema trágico de Hamlet caiga sobre él sin Bendodo alguno que lo consuele.

 

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