El presidente Pedro Sánchez, durante el anuncio de la convocatoria de elecciones generales.
El presidente Pedro Sánchez, durante el anuncio de la convocatoria de elecciones generales.

Días atrás leía un artículo de Carlos E. Cué sobre lo ocurrido en estas elecciones municipales y autonómicas recién celebradas y cuyo contenido comparto bastante. Afirmaba el periodista que habíamos asistido a la confrontación entre un sentimiento, derogar al sanchismo, y la gestión del Gobierno de España, y el primero, fruto de la factoría de Génova, había triunfado sobre el segundo, no se sabe si fruto de Ferraz o de La Moncloa. Lo cierto y verdad es que el Partido Popular quería convertir estas municipales y autonómicas en una primera vuelta de las generales y lo ha conseguido, en buena parte con la colaboración de Sánchez, que de manera consciente o inconsciente se ha prestado a ello.

Acierto estratégico del Partido Popular y error de bulto del presidente Sánchez, que se ha sentido interpelado en su amor propio por el eslogan de los populares convirtiendo la gestión de su Gobierno y sus promesas electorales en la respuesta menos oportuna a la campaña del Partido Popular. La estrategia de Sánchez no ha sido capaz de contrarrestar los mensajes de Feijóo y ha terminado orillando el debate que tocaba, el de la gestión de quienes se presentaban a las municipales y las autonómicas. No ha existido debate local ni regional porque se ha impuesto el sentimiento, derogar el sanchismo, de la mano del recurso a ETA vía Bildu y otras lindezas por el estilo.

Hasta el propio Pedro Sánchez, más vale tarde que nunca, se ha dado cuenta del error y ha decidido subsanarlo con la convocatoria inmediata de elecciones generales para el próximo 23 de julio. Esta convocatoria ha cerrado el debate de los últimos resultados al tiempo que ha abierto la caja de Pandora de los argumentarios del PP. Parece que a Feijóo no le viene bien la convocatoria en julio que por lo pronto ha interrumpido su curso acelerado para aprender inglés y le ha hecho olvidar que en plena pandemia él mismo convocó elecciones en su Galicia natal en este mismo mes. Debe ser que convocar elecciones en julio en Galicia es un acto de patriotismo y hacerlo en España es un intento de alterar el proceso democrático de elección de nuestros diputados y senadores.

Y si la factoría de ficción de Génova ha optado en un primer momento por atacar la convocatoria de elecciones que el propio Feijóo llevaba pidiendo desde hace ya meses, hasta en seis ocasiones lo ha hecho en sede parlamentaria, la factoría de Ayuso, la señora del pinganillo, bajo la batuta de Miguel Ángel Rodríguez ha optado por la insinuación trumpista sembrando dudas sobre los posibles resultados de estas elecciones recién convocadas. Argumentos para todos los gustos con el denominador común de descalificar la tan deseada por ellos mismos convocatoria de elecciones generales.

Consciente de su error estratégico, Sánchez ha querido tomar la iniciativa convocando elecciones y agarrándose en esta ocasión a un sentimiento: derogar el trumpismo, aunque deben tener claro que sólo con el miedo a la extrema derecha será un sentimiento mutilado que puede llevar al ciudadano indeciso al voto útil para el Partido Popular. Conviene la pedagogía a la hora de explicar minuciosamente los elementos que componen ese sentimiento porque es verdad que existe mercado electoral para derogar el trumpismo y a los datos en esta provincia me remito, en las ocho grandes ciudades de Cádiz la abstención ha estado en el entorno del 50% y en Algeciras por encima, es decir casi la mitad del electorado no se ha sentido movido para ir a votar. Probablemente muchos de ellos pensaron que esta no era su guerra.

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