El pasado domingo fue día de carreras en el Circuito de Jerez, donde se celebraba el Gran Premio de España de MotoGP como cada primavera, aunque este año quizás un poco prematuro antes del puente de mayo y muy alejado de la Feria jerezana. Tuve la oportunidad de acudir al Circuito de la mano de quien fue el alcalde que impulso su construcción y también fue capaz de traer a la ciudad el gran premio que ahora conocemos como MotoGP.
Compartir con Pedro Pacheco ese día en su circuito, y digo su circuito sin ninguna intención de atribuirle la propiedad y sólo como justo reconocimiento a quien ideó y planificó tan importante infraestructura deportiva, fue una experiencia sumamente agradable porque me permitió ahondar en el conocimiento de lo que fue esa gran obra y también en el objetivo de conseguir la celebración del evento más importante del motociclismo mundial.
Pero la jornada motera junto al que en su momento de máximo esplendor bauticé como el Inmatable, trajo consigo otras experiencias más allá de las propiamente deportivas. Y la primera de ellas fue reafirmarme en que el adanismo en política, como creo que también en otros órdenes de la vida, es la religión de los mediocres porque de otra manera resultaría difícil poder explicar el permanente intento, también en relación con el circuito y el Gran Premio de MotoGP, de enterrar la memoria de quien corrió todos los riesgos y tuvo el atrevimiento de poner a la ciudad de Jerez en primera línea del deporte mundial. Porque no hay que olvidar que además de las motos, el circuito acogió también durante años el otro gran evento deportivo del motor, la Formula 1.
Y es que este año 2025, en el que se celebra el 40 aniversario de la construcción y puesta en marcha del circuito, hubiera sido el momento para abandonar el adanismo sectario y reconocer pública e institucionalmente a quien lideró el proyecto desde la alcaldía de la ciudad. Pero probablemente los árboles del miedo no han dejado ver el bosque de los méritos de Pedro Pacheco en cuanto a la infraestructura deportiva y el evento motociclista.
Eso sí, los mismos responsables municipales a los que el humo del rencor político ciega los ojos no han tenido pudor en agradecer a una chica de sangre azul que pasaba por aquí camino de unos días en Sotogrande y al marido de una influencer de postín su presencia en el Gran Premio por lo que ello representaba para la ciudad. Esperemos que sin poner la mano, peor imposible como aquel grupo de la movida madrileña en el que hizo sus pinitos Rossy de Palma. Ese es el nivelazo que ha demostrado la señora García-Pelayo situándose en los primeros puestos del ranking de la vida rosa y la nadería intelectual.
Y no sólo esto de lo que acabo de hablar viene a demostrar el adanismo de la alcaldesa jerezana que ha perdido una magnífica oportunidad de reconocer los méritos de Pacheco en relación con el circuito y de camino agradecerle que allá por 2003 la convirtiera por primera vez en alcaldesa cuando había perdido las elecciones frente a Pilar Sánchez. Ya que, puestos a colocar bustos en el circuito, como ha sido el caso del de Carmelo Ezpeleta el CEO de Dorna la empresa organizadora del mundial, bien podía haber colocado aunque fuese una placa recordando al alcalde que construyó el circuito que ahora celebra el evento de su 40 cumpleaños.
En el fondo creo que Pacheco les pone de los nervios y que los árboles del miedo a un indulto que le permita presentarse a las próximas municipales es lo que no les deja ver el bosque de la lógica del reconocimiento, allá ellos que el tiempo corre que vuela.
