Almeida, Casado, Moreno, Ayuso y Bendodo, en Conde Duque, en Madrid. FOTO: JUNTA
Almeida, Casado, Moreno, Ayuso y Bendodo, en Conde Duque, en Madrid. FOTO: JUNTA

Se habla mucho en estos días de la posibilidad de un adelanto electoral en Andalucía y aún más tras conocerse el resultado electoral de la Comunidad de Madrid que ha encumbrado a Isabel Díaz Ayuso al Olimpo madrileño. Y resulta paradójico que quien más reniegue de esa posibilidad sea el Partido Popular con el presidente Moreno a la cabeza, sobre todo si tenemos en cuenta que el adelanto les ha beneficiado y mucho en Madrid.

Puede que las palabras de Moreno no sean más que una estrategia de distracción con la que se busque desorientar a los adversarios sobre la verdadera intencionalidad del Partido Popular. Lo cierto y verdad es que tras la experiencia de la convocatoria por sorpresa de Díaz Ayuso los partidos andaluces de la oposición real, PSOE y Adelante Andalucía, o lo que queda de ellos, y la oposición concertada y convenida de la extrema derecha de Vox han empezado a trabajar sobre la hipótesis del previsible adelanto, los socialistas convocando las primarias para la candidatura a la Presidencia de la Junta y la extrema derecha provocando el enésimo cambio de portavoz, y ya van tres, tras la negativa de Macarena Olona a encabezar la candidatura andaluza.

Y es que si analizamos la génesis de la llegada al poder de Ayuso y Moreno se llega a la conclusión de que las suyas son vidas paralelas. Ambos, el presidente andaluz y la presidenta madrileña perdieron las anteriores elecciones autonómicas. Ambos llegaron al poder de la mano de Ciudadanos, opción más esperable en Madrid y quizás un poco más inesperada en Andalucía. Ambos han contado con la aquiescencia de Vox para sobrevivir en sus respectivos gobiernos con quienes han negociado los Presupuestos Generales que les han permitido surfear los momentos más difíciles de la legislatura. Y también ambos han consolidado, como ha quedado patente en las elecciones madrileñas, una imagen de favoritos electorales, realidad contundente en el caso de Ayuso y virtual en el caso de Moreno, hasta que se demuestre lo contrario y el esforzado trabajo de Bendodo y su factoría de ficción nos lo confirme, Dios no lo quiera.

En ambos casos Ciudadanos, el partido que llegó a la política nacional y autonómica para regenerarlas, habrá tenido el dudoso honor cual samuráis postmodernos de haber fracasado en su misión originaria y más bien haber contribuido a la perpetuación de la especie Popular que no es que estuviera en peligro de extinción, pero si sufría serios riesgos de supervivencia ante el avance de la extrema derecha y la derecha liberal anaranjada. Pero el destino del samurái está escrito y los harakiris en las urnas de los candidatos naranjas se han convertido en el pan nuestro de cada día como se vio primero en Cataluña, más tarde en Madrid y en un futuro no muy lejano también en Andalucía, por que como dice el nuevo y dicharachero portavoz de Vox, el gaditano Manuel Gavira, Ciudadanos en Andalucía no es que esté muerto, es que huele, de ahí el ademan zombi que impregna la trayectoria política de Marín desde hace ya meses.

Y de la primarias andaluzas socialistas ya hablaremos, por ahora lo más digno de destacar es que la candidatura de Espadas se ha convertido en una especie de panal de miel al que dos mil moscas acudieron…… Mientras la legión de youtubers, tuiteros y perfiles de facebok del susanismo rampante se han lanzado a una batalla que amenaza con un resultado para sus tropas similar al de la Armada Invencible, aunque a Susana siempre le quedará aquello de: “Yo no mandé mis barcos a luchar contra los elementos”, y aquí paz y después gloria.

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