El precio de la electricidad en mayo, muy superior al de hace un año.
El precio de la electricidad en mayo, muy superior al de hace un año. ÁLVARO SERRANO

Hemos pasado en cuestión de días de la erupción del volcán de La Palma a la profecía del apagón sin solución de continuidad. La acorazada mediática de la derecha ha puesto proa hacia el miedo a lo desconocido, un territorio muy favorable desde que la pandemia de covid resquebrajó las seguridades en las que el ser humano se había instalado en el último siglo. Ahora resulta fácil propagar ideas que se tiñen de profecías cercanas al anuncio del fin del mundo como si de la Edad Media se tratara, y la teoría del apagón derivado de la crisis energética se convierte en una realidad virtual más de la mano de la irracionalidad en la que estamos inmersos.

Probablemente si la mayor parte de la población viviera en pueblos donde los apagones se producen un día sí y otro también por las carencias de las infraestructuras eléctricas más elementales no tendría mercado ese mensajero agorero e interesado que tiene como fin último desacreditar la política energética del actual Gobierno que ha decidido plantar cara a las grandes compañías eléctricas ante la escalada de los precios de la energía que se han convertido en la nueva amenaza de las familias vulnerables.

Casi con total seguridad esas informaciones tendenciosas y nada inocentes pueden estar provocando el acopio de productos de subsistencia que se tornaran inservibles en el futuro más inmediato. Las conservas, las linternas, las pilas o las velas corren el riesgo de agotarse y encarecerse ante informaciones como las que han difundido en esta semana algunos medios de comunicación españoles. Y quizás el problema no sea el fondo de la noticia sino más bien el tono que la convierte en una amenaza para la seguridad personal del ser humano.

Hay quienes empiezan a vivir la pesadilla virtual de los saqueos nocturnos amparados en la oscuridad de nuestras calles o la angustia de la noche eterna. Pero más allá de esas ensoñaciones delirantes lo que de verdad preocupa y mucho es quedarse sin redes sociales, el verdadero e imprescindible alimento de esta edad moderna en el que el apagón informático y la consiguiente caída de las redes amenaza con llenar las consultas de siquiatras y sicólogos como si de una nueva pandemia se tratara.

Y mientras tantos seguimos viviendo apagones parciales como el apagón carnavalero de febrero que Kichi está dispuesto a llevar a cabo contra viento y marea y que ha hecho que los aficionados a esa fiesta se hayan convertido en las primeras víctimas. O el apagón del debate de la Comunidad en el Parlamento Andaluz que más que debate parecía una fiesta conmemorativa del tercer año triunfal del Presidente y sus socios.

O el apagón informativo de la propia acorazada mediática sobre la sentencia definitiva que condena al Partido Popular por la reforma de su sede, esa que iba abandonar Casado que se resiste como los inquilinos morosos con el temor de que Díaz Ayuso lo desahucie el día menos pensado.

Y es que la oscuridad informativa solo tiene luces para destacar, en sentido negativo, los esfuerzos de la ministra de Transición Ecológica en su maratón por los países productores de gas para asegurar el suministro suficiente. La derecha de este país y sus aliados mediáticos se han apresurado a calificar a la ministra con el clásico del pedigüeño, como hiciera en su tiempo Aznar con González y más recientemente Casado con Sánchez. Esto es lo que trae consigo el mayor de los apagones, el apagón mental y político en el que vive de manera permanente el líder de la derecha española.

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído