Sanitarios, en un centro de vacunación.
Sanitarios, en un centro de vacunación. MANU GARCÍA

No quiero caer en el pecado demagógico de culpar al consejero Aguirre del origen de la sexta ola que tiene a ómicron como protagonista principal, porque para repartir demagogia en relación con el covid culpabilizando a otros de todos los males ya tenemos a Pablo Casado. Quede claro por tanto que ni Aguirre trajo de Sudáfrica la nueva variante ni es responsable de la velocidad con que se propaga, cuestiones estas de las que si sería responsable el Gobierno de la Junta de Andalucía si Juanma Moreno estuviese en la oposición y no en la Presidencia.

Dicho esto conviene establecer cuáles sí son las responsabilidades reales del consejero y por tanto de Gobierno de coalición de la Junta de Andalucía. Para empezar, y vista la situación generada por la sexta ola, estaremos de acuerdo en que fue una temeridad el despido de ocho mil sanitarios y sanitarias en el mes de octubre cuando Moreno proclamaba, con extrema candidez, que el virus había sido derrotado y cautivo como ha gustado siempre de proclamar a la derecha de este país. Y todo ello con el único objetivo de no hacer peligrar el superávit de las cuentas andaluzas, el último mantra del Gobierno de Moreno.

Hay otra realidad difícilmente objetable desde el aparato de propaganda de Bendodo y la estamos viendo a diario en los centros de salud desde el pueblo más pequeño hasta la ciudad más grande, con una situación en la atención primaria que recuerda El Hotel de los Líos de los hermanos Marx. Y la solución no es culpar a los profesionales sanitarios, como ha hecho la Presidenta popular de otra Comunidad.

Los profesionales ponen cada día todas sus capacidades  en la lucha contra el virus, en ocasiones hasta la extenuación, al tiempo que son presa fácil de la enfermedad como demuestra que en estos días sean más de mil, en su mayor parte enfermeros y enfermeras, los que están en situación de baja por contagio. La atención primaria, históricamente deficitaria, ha alcanzado el dudoso honor de ser la parienta pobre del SAS, situación que está provocando en esta sexta ola la ira ciudadana que con demasiada frecuencia convierte en diana a sus profesionales en vez de al autentico responsable, el Consejero Aguirre máximo mandatario gubernamental del Servicio Andaluz de Salud.

El SAS, buque insignia de la sanidad pública andaluza, está naufragando en esta sexta ola y mucho me temo que si no termina siendo la tormenta perfecta será por el compromiso de la primera línea de batalla, los tan denostados profesionales sanitarios. La falta de previsión ha hecho que la inmensa mayoría de los casos positivos de covid se conviertan en una angustiosa travesía para quienes los padecen.

El colapso se ve de manera clara desde el minuto cero cuando el usuario de la sanidad pública quiere comunicar su positivo, tal como recoge el protocolo vigente, a través de Salud Responde, con suerte en un par de días conseguirá su objetivo. La realización de la Prueba diagnóstica, la consabida PCR, se convierte en el oscuro objeto de deseo de miles de positivos que ante la angustia de su situación tienen que recurrir a la sanidad privada en busca de la certeza que le niega la pública.

Son muchos los confinamientos y bajas laborales innecesarias cuya tramitación satura aún más las débiles estructuras de la atención primaria. El enfado ciudadano ante estas situaciones, que en demasiadas ocasiones se manifiesta con cierta violencia verbal y hasta física, convierte en objetivo al médico o enfermera de turno como si el título de la última película de Di Caprio, No mires arriba,  se hubiese convertido en un mantra inconsciente sugerido por la propaganda gubernamental.

Y poco ayudan los continuos cambios de criterio para solucionar este desmadre, en especial los referidos a los procedimientos de diagnostico válidos para el SAS y la duración de los confinamientos, cuestiones estas que ponen una vez más en entredicho la capacidad de comunicación entre la cúpula sanitaria y los profesionales que están cada día en el frente de batalla.

O se corrige con urgencia la situación de la atención primaria, más medios humanos y materiales, o vamos a terminar, con suerte, recogiendo los restos del naufragio del SAS en las costas de Senegal.

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