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Deberíamos tratar de buscar un equilibrio sostenible entre lo que es negocio y salud.

Hace poco se confirmó la noticia de que habrá una nueva refinería en la provincia. Concretamente en el Campo de Gibraltar, si bien su ubicación todavía no está clara. El hecho es que de nuevo se adjudica una infraestructura que aportará pingües beneficios a la comarca, puestos de trabajo y esperanzas para muchas familias en las que el paro ha convertido muchos hogares en solares debido a emigraciones a otros lugares más prósperos.

Pero nadie da duros a pesetas, y la contraprestación puede ser peligrosa para campogibraltareños y co-provincianos en general… más tratándose de una zona en la que ya existe una refinería, e industrias que proyectan sus inmensas chimeneas 'escupe humos' apuntando a un cielo cada vez más gris, y no precisamente por las nubes de lluvia.

Deberíamos tratar de buscar un equilibrio sostenible entre lo que es negocio y salud. Es evidente que todos deseamos prosperidad, pleno empleo y salarios dignos. Sacar de la bancarrota a miles de familias tiene soluciones fáciles como aceptar que te pongan una nueva industria en tus terrenos. Pero olvidamos que el polo industrial del Campo de Gibraltar solo aguanta la comparación con el polo químico de Huelva, y en ambas zonas (curiosamente) se disparan los índices de enfermedades respiratorias y tumoraciones.

No contentos con lo que tenemos, ahora añadimos un nuevo foco de emanaciones contaminantes que respiraremos todos. Los del Campo de Gibraltar primero, sí… pero luego irá el resto. ¿Es que no existe otra posibilidad laboral en esta bendita tierra que no implique respirar mierda?

Y ahora me vendrán con eso de que las emanaciones son controladas, y que siguen todos los protocolos de tal y cual, y bla, bla, bla…memeces que caen por su propio peso con cualquier estudio epidemiológico que se haga en la zona.

Pero lo sangrante es que mucha gente de la zona asume esta nueva carga con normalidad. Asumen que es normal morir antes de los sesenta años; asumen que es normal desarrollar enfermedades pulmonares crónicas sin ser fumador; asumen que haya un alto índice de cánceres en la comarca, porque “de algo hay que morir, y lo que no puede faltar es un plato de comida encima de la mesa”.

Y mientras tengamos esos niveles de borreguismo ilustrado, poco se podrá hacer más que llamar la atención sobre lo que se nos viene encima de aquí a unos años.

Al menos, señores políticos, a cada nueva instalación industrial estaría bien que acompañaran dos nuevos hospitales para atender la demanda asistencial que de seguro saturarán los centros actuales.

Eso, y ampliar los camposantos, que ya se nos quedan pequeños por tanta estulticia administrativa.

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