Scarlett Johansson en 'Viuda negra'.
Scarlett Johansson en 'Viuda negra'.

La Marvel está de racha. Este fin de semana se estrenó su ultima película, Viuda negra. Si bien se esperaba que en el fin de semana de su estreno recaudase en taquilla alrededor de 90 millones de dólares, finalmente han sido más de 200, lo que supone haber recuperado de un plumazo toda la inversión. A esto hay que sumarle el éxito de la miniserie Loki, de la que mañana se estrena el último capítulo. El panorama es claro, superproducciones con grandes actores, muchos efectos especiales, potentes campañas publicitarias y muy buena acogida por el público. Así, hoy día ir al cine a ver una película de superhéroes está totalmente normalizado. Sin embargo, no siempre fue así.

Entre finales de los 90 y principios de los 2000 el panorama era completamente distinto. Las películas de superhéroes eran cosa de niños y de lo que entonces se pensaba que eran raritos. Parece que las productoras así lo creían, por lo que descuidaban bastante la producción de las películas de superhéroes. Es fácil imaginarse a algún productor diciendo “tira para adelante con lo que sea, van a ir a tragarse cualquier mierda igualmente”. El resultado era muy indi, en parte a causa de que durante los 90 la Marvel no pasaba por sus mejores momentos y decidió reorientar sus cómics hacia una línea más bien turbia y negra.

Se presentó de esta forma un abanico de películas bastante negras y sin ninguna conexión, que aun así en la mayoría de los casos resultaban rentables: Blade (1998), Daredevil (2003), Hulk (2003), Elektra (2005), Punisher (2004), Los 4 Fantásticos (2005) o Ghost Rider (2007). De este catálogo hubo dos películas que rompieron el molde, X-Men (2000) y Spiderman (2002). En el caso de Spiderman, su recaudación todavía se reconoce como una de las mayores de la historia. Aquí es donde se vislumbró que el género era una gallina de los huevos de oro, no solo porque una buena producción podía atraer a más público y generar una gran recaudación, sino por la continua posibilidad de secuelas igual de rentables.

Hay que recordar también que la Marvel cedió a distintas productoras los derechos cinematográficos de muchos de sus personajes para bastantes años. Puede que fuera algo que hizo en sus horas bajas y subestimando por completo el potencial que realmente tenían las películas de superhéroes. Visto lo que pasó con Spiderman y los X-Men, cambió de idea y una vez que recuperó los derechos de bastantes personajes se lanzó al ruedo con Iron Man (2008) y El Increíble Hulk (2008). Un año después Disney compró a la Marvel y el resto es historia, hoy vengo a hablar de otra cosa.

El cambio de estrategia tardó en ser patente. No sería hasta 2012 con la primera película de los Vengadores cuando se empezó a ver con buenos ojos el que te gustasen los cómics y las películas de superhéroes. Hasta entonces, los chavales a los que nos gustaban esas cosas vivimos un pequeño infierno. 1º de ESO me pilló a la vez que Iron Man 2 (2010), y en ningún momento escondí que las películas de la Marvel, las de Star Wars y el Señor de los Anillos me gustaran. Pocas personas hay igual de crueles que los adolescentes, y nos lo hicieron pasar mal por ser diferentes y raritos a sus ojos.

No era raro que te increparan por la calle. Recuerdo que una tarde mientras volvía a mi casa, una chavala de mi mismo barrio e instituto con la que nunca había hablado me gritó friki desde la acera de enfrente con una cara de odio más propia de un linchamiento. Hablando del tema, también llegué a ver violencia física. Un día en Retiro a un chaval que estaba leyendo tranquilamente en el césped bajo la sombra de un árbol le pegaron con una silla de plástico hasta que se la partieron encima. Solo era culpable de llevar el pelo largo y una camiseta negra.

No sé si estas cosas les siguen pasando hoy día a los chavales de 14-15 años, seguramente sí pero no creo que sea como antes. Al fin y al cabo, este tipo de agresiones es siempre por miedo al diferente. Pero si se generaliza el ver películas y series de superhéroes ya no se es distinto. Ni siquiera hace falta que el agresor las vea, sino que la publicidad le cale y las normalice o que alguien de su entorno lo haga. ¿Pegarías a tu hermano chico?

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