Casi el 40% de los universitarios tienen un empleo que no necesita estudios superiores.
Casi el 40% de los universitarios tienen un empleo que no necesita estudios superiores.

El eco de una pregunta se extiende por cualquier sitio a donde voy. ¿Qué piensas hacer con tu vida? Aunque más común es su variante ¿Qué vas a hacer ahora? Considero que es una pregunta normal, puesto que todos en el grupo de amigos hemos terminado nuestros estudios. Algunos echan el currículum como acto cotidiano, otros esperan ofertas de prácticas, otros tantos como yo nos decantamos por las oposiciones… En cualquier caso, aquello de terminarás la carrera y se te rifarán ha demostrado ser el mayor de los engaños.

Pasan las horas del sábado por la tarde en una terraza del centro sin necesidad de cambiar el tema de conversación, ya que se puede estirar más que el chicle. El mercado laboral está fatal, y eso sin contar el desempleo de la zona. Los requisitos de las ofertas de trabajo son surrealistas, aparte de la formación y el idioma todas las empresas suelen pedir entre 3 y 5 años de experiencia y conocimientos de programación o SAP como mínimo. De ahí a pedir también dos oros olímpicos y un récord Guinness no hay mucho.

Todas estas ofertas parecen ir realmente dirigidas a aquellos empleados de entre 30 y 45 años que ya están trabajando, es decir, son ofertas de caza de empleados de otras compañías. A partir de los 50, es ya tristemente conocido el paro de larga duración. Y por debajo de los 25 sigue de la siguiente forma.

Por supuesto, no todos los jóvenes se hunden profundamente en el paro como si de la fosa de las Marianas se tratara. Principalmente, identifico a dos perfiles que no tienen problemas en encontrar salida. El más obvio es el número 1 de la clase, con expediente brillante, varias matrículas y una media superior al 8,5. Aunque finalmente acaban aprovechando su talento haciendo carrera académica, es normal hacer una primera incursión en el mercado laboral para tener unos primeros ahorros mal pagados.

El segundo perfil es el corredor de fondo. Se trata del estudiante medio, que termina el grado un año más tarde ya que arrastra algunas asignaturas. Aun así, no son tantas, de tal forma que se puede permitir matricularse de prácticas extracurriculares. Para estas, las empresas buscan justo a este perfil. Es mano de obra cualificada, proactiva (si no, no hubiera encontrado la oferta), y prácticamente gratuita. Al terminar las prácticas, encadena con un contrato mal pagado, hasta que se consiguen los anhelados 3-5 años de experiencia.

Entre estos dos perfiles más los de la empresa de papá y algún que otro afortunado, se descongestiona el 40%. El otro 60%, tiene que elegir entre arrastrarse todavía más en el barro precario, opositar o tristemente emigrar. A veces pasa que ni la carrera académica y el doctorado te garantizan nada en este país. Sin embargo, fuera de España con un doctorado de aquí puedes ser dios.

En estas ocasiones no puedo evitar acordarme del Artículo 42 de la constitución: “El Estado velará especialmente por la salvaguardia de los derechos económicos y sociales de los trabajadores españoles en el extranjero y orientará su política hacia su retorno.” Un artículo que fue escrito en el 78 para mi abuelo, pero que parece que fue escrito a mitad de la crisis de 2008 para mi generación. Falta una política industrial de verdad y de inversión en I+D que evite la fuga de cerebros de nuestro bien más preciado, la juventud de este país.

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