-Agente Horacio, todo está a punto. El pollo, que diga la caca, está en el horno, que diga en el laboratorio.
-Agente Horacio, todo está a punto. El pollo, que diga la caca, está en el horno, que diga en el laboratorio.
-Déjese de leches, Sánchez. ¿Qué dicen las primeras muestras?
-El sujeto es un varón, de unos 35 años de edad, propietario de un mastín. Chapero, antiguo traficante, butronero, raterillo de tres al cuarto y además, atento a la guinda del pastel, Tenedor de Canes con Excrementos sin Recoger en Vía Pública…
-¡Pare el carro, Sánchez! Deje lo otro para los pipiolos de la Científica y Delitos Violentos. ¿Qué ha dicho al final? ¿Tenemos un TCERVP?
-Afirmativo, señor.
-¿Está completamente seguro?
-Señor, he diseccionado el excremento canino de arriba abajo y lo he examinado bajo el microscopio varias veces. Tenemos a los de la Perruna trabajando en ello. Todavía estaban calientes las heces cuando avisé del susodicho acontecimiento a todas las unidades. Lo atraparemos, tarde o temprano.
El diálogo no está sacado de la serie CSI Las Vegas, ni tampoco del Ayuntamiento de Jerez, ni del de Játiva, ni del de Málaga. Tampoco es para partirse de la risa, lo reconozco. Ni tampoco es tan malo que estos consistorios pretendan concienciar a los dueños de perros sobre la necesidad de recoger las defecaciones de sus mascotas, bajo amenaza de multa si es necesario.
Lo que ocurre es que a veces, buscando el titular de prensa, los gobernantes municipales se pasan de listos. Uno, que ha sido plumilla local un tiempo, sabe que no hace falta estimular demasiado la imaginación del reportero local para que ésta eche a volar. Así que cuando hablamos de banco de ADN de perros, CSI para las cacas de los canes (perdonen la cacofonía) y toda la parafernalia asociada, pues podemos (excusen el plural condescendiente y mayestático) acabar generando lo que se viene conociendo como el chiste fácil. Así que ya saben, cuidado con Horacio y los de la Perruna. Algo huele a podrido en Jerez.
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