De coste a inversión: el valor real de las personas

En la actualidad, el salario ya no basta; la motivación nace del propósito, del reconocimiento y de la posibilidad de sentirse parte de algo significativo

De coste a inversión: el valor real de las personas, por Isabel Armario.
23 de octubre de 2025 a las 09:21h

Las organizaciones cambian, evolucionan y se reinventan, pero lo que realmente sostiene cualquier proyecto son las personas que lo hacen posible. En pleno siglo XXI, reconocerlo no es una opción estética, sino una necesidad estratégica.

Durante años se ha hablado de “recursos humanos” como si las personas fueran piezas reemplazables, pero ese enfoque ha quedado atrás, porque las personas no son un coste, sino una inversión. El verdadero valor de una organización no reside solo en lo que su gente sabe hacer, sino en su capacidad para innovar, colaborar, adaptarse y conectar emocionalmente con el propósito común. Son ellas quienes dan forma a las ideas, construyen los equipos, sostienen la cultura y empujan los proyectos hacia delante, y en una época marcada por la transformación digital, la diferencia no la marca la tecnología que se utiliza, sino la manera en que una organización cuida, escucha y motiva a su gente.

Y ahí está el verdadero reto: mantener a las personas comprometidas en un entorno cambiante. En la actualidad, el salario ya no basta; la motivación nace del propósito, del reconocimiento y de la posibilidad de sentirse parte de algo significativo. Las personas quieren que su trabajo tenga sentido y que su esfuerzo contribuya a un proyecto que las trascienda, y son precisamente las organizaciones capaces de generar ese sentimiento de pertenencia las que consiguen atraer y retener el talento.

El liderazgo, en este contexto, también se transforma. Ya no se trata de dirigir desde la jerarquía, sino de inspirar desde la confianza. El líder actual escucha, acompaña y facilita el crecimiento de los demás. Su papel no es controlar, sino crear las condiciones para que cada persona dé lo mejor de sí misma, y es que cuando se crean entornos de confianza y aprendizaje surge mayor innovación, productividad y lealtad.

Las organizaciones que entienden que su mayor capital entra cada mañana por la puerta son las que marcan la diferencia. Porque al final, lo que mueve los proyectos, lo que impulsa la innovación y lo que sostiene el futuro son siempre las personas.