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Te ofrecemos la posibilidad de asumir el conocimiento de tu propia historia, la que explica por qué eres lo que eres y cómo eres. 

Tú eres un político. Yo soy un político. Tu madre, tu prima o tu suegro también son políticos. No, no es un insulto, aunque te lo pueda parecer. ¿Sabes por qué? Pues simplemente el hecho de compartir inquietudes e intercambiar pareceres y opiniones sobre el estado de tu zona y ofrecer alternativas para que tu calle pueda mejorar, es la forma más pura, cercana y genuina de hacer política. Los otros, aquellos que se llaman a sí mismos políticos, en realidad son miembros y esclavos de sus partidos, ni más ni menos. Cuando están en la oposición piensan y declaran unas cosas, pero en el momento en el que llegan al gobierno se olvidan de todo lo que decían y se dedican precisamente a hacer y transmitir lo contrario. Fariseos de una ideología que no existe, se afanan exclusivamente en velar por los intereses de su propio partido, para lo que convierten al pueblo en rehenes y víctimas de su propia y negligente incompetencia. Da igual si una cosa pueda estar bien pensada, llegará el partido contrario al poder y lo echará todo abajo sin ningún criterio que el hecho de que haya sido algo perpetrado por el rival. Después volverá a cambiar el gobierno y comenzará nuevamente el ciclo, convirtiendo la alternancia política en un bucle de ineptitudes, incoherencias e inútiles que, elevados por el aparato del partido al que sirven, contemplan esa oportunidad de estar en el poder como el minuto de gloria de sus anodinas vidas. Es algo que se observa a todos los niveles, pero es a escala local donde toda esa podredumbre se percibe cercana y casi se puede tocar con la yema de los dedos. ¿Dónde queda, pues, la política en todo esto?

Como políticos que somos, queremos que la ciudadanía tenga la posibilidad de conocer los procesos por los cuales tenemos nuestro patrimonio y el centro histórico en el estado lamentable que podemos observar hoy día. Ese conocimiento es la herramienta más eficaz y el regalo más grande que, como vecinos, podemos ofrecer a todo el que lo quiera recibir. Los servidores de los partidos, esos falsos políticos, van graznando por los rincones que difundimos una mala imagen de la ciudad. Nada más lejos de la realidad: no hay mayor forma de querer superar un problema que el reconocimiento de dicho problema. Si seguimos mirando de frente, como los burros, sin volver la vista atrás ni reconocer nuestros errores, jamás adquiriremos la capacidad de rehabilitar nuestro patrimonio ni nuestra conciencia ciudadana que, a la vista está, también se muestra destruida. Por eso, porque somos políticos de los que quieren mejorar su entorno más cercano, hemos creado un ciclo de conferencias para que te enteres, si te interesa (que debería interesarte, y mucho), de las razones y los errores que se han cometido en tu ciudad, esos que te hacen escribir en las redes sociales ese “qué pena de mi Jerez” que no sirve absolutamente para nada. Cuando leas este artículo habrás desperdiciado ya dos oportunidades de adquirir esa conciencia tan necesaria, pero aún tendrás otras cuatro que no deberías desaprovechar. Serán cuatro ponencias realizadas por investigadores de ese Jerez que te da tanta pena cuando lo ves en fotos, cuatro jerezanos que, como los dos anteriores, vuelcan su sensibilidad en intentar transmitirte ese conocimiento, porque saben que su adquisición es el arma más poderosa contra la barbarie que nos rodea.

¿Te has parado a pensar en la importancia que tuvo tu ciudad en época andalusí? ¿O en las características de la arquitectura tradicional bodeguera? ¿Te has preguntado qué pasó con ese patrimonio, por las decisiones o negligencias que se cometieron en su gestión y conservación? Te ofrecemos la posibilidad de asumir el conocimiento de tu propia historia, la que explica por qué eres lo que eres y cómo eres. En tu mano está abandonar ese “qué pena” vacío de contenido por respuestas sólidas. Siéntete orgulloso de tu patrimonio y de tu historia, adquiere conciencia de lo que ha pasado y todavía sigue ocurriendo. Y, cuando te hayas armado de razones y conocimientos, difúndelos. Ese es el primer paso hacia el resurgir del centro histórico de Jerez, un paso que debes dar tú, porque no lo olvides: tú eres un político, como yo y como todos. Y el político es, al fin, el máximo responsable y culpable del estado de su ciudad.

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