Pedro Sánchez, la primera vez que salió en público con mascarilla.
Pedro Sánchez, la primera vez que salió en público con mascarilla.

A partir de este sábado, y como dijo aquel señor, podrán ustedes venir a por mí, pero con la cara destapada. La decisión de convertir la mascarilla en potestativa cuando se pueda cumplir la distancia de seguridad es otro paso más en la recuperación de nuestra vida normal, dejando atrás esta pandemia del covid-19 que nos tiene hartitos.

Lo sorprendente ha sido cómo se ha llegado a esta decisión. En el país de la sanidad como competencia delegada, nos hemos visto envueltos en el vaivén de decisiones entre el Gobierno, las Comunidades Autónomas y el Consejo Interterritorial. Si ya fue patético cómo se optó por la mascarilla obligatoria, con una suerte de efecto dominó entre las distintas Comunidades Autónomas, ahora la retirada de la mascarilla parece un efecto dominó inverso, en el que el Gobierno dice que ya no hace falta, las Comunidades Autónomas siguen diciendo que si tal, y al final estamos nosotros. Nosotros. Personas adultas que deberíamos ya saber cuándo tenemos que tener mascarilla y cuando no.

La mascarilla obligatoria ha dado lugar a mascarillas de papada, mascarillas por debajo de la nariz, mascarillas en el codo, mascarillas en el suelo, pero lo más peligroso, ausencia en ocasiones de mascarilla en interiores, donde más fácil se propaga el COVID-19, según la Organización Mundial de la Salud. De la gente que fuma al lado tuya y se quita la mascarilla para hacerlo podemos hablar otro día perfectamente.

Así que vengan ustedes por mí con su cara destapada, si es que pueden cumplir la distancia de seguridad de metro y medio, y estamos en exteriores. Si no, estrenen una mascarilla y póngansela, que no hace daño a nadie: al revés.

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