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Desde la irrupción del partido, que hace de la declinación del verbo poder su nombre y su guía, el periodismo español ha ido acentuando una crisis de objetividad y un creciente del sensacionalismo o el amarillismo como modo de hacerse un hueco en los Medios de Comunicación, es decir, vende más un titular a base de onomatopeyas que ser veraz en la comunicación de la noticia. Según veo no solo se centra en el papel,  también en  televisiones y radios.
Para expresar  mejor mi reflexión les voy a citar unas definiciones:

  • “El periodista, con sus declaraciones, embarca a sus compañeros y a la empresa. No es libre por eso, porque tiene que atender a una clientela que impone fuertes condiciones al periódico.
  • El comprador y el suscriptor de un periódico de información general, espera, ante todo que el periodista no sobrepase ciertos límites tras los cuales imponen demasiado las opiniones personales del redactor. Sin embargo, se ha impuesto la noticia-comentario”.  (Géneros para la persuasión en periodismo de Luisa Santamaría Suarez).
  • “El Amarillismo en el periodismo se puede definir como: exagerar la importancia de hechos que objetivamente no lo tienen, magnificando sucesos secundarios, irrelevantes o propios del cotilleo que de  la información seria”. (La invención en el periodismo informativo de José Manuel Burgueño).

Estaría bien que algunos se leyeran lo que se dijo en La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, aprobado en julio de 1993, la Resolución 1.003 sobre Ética del Periodismo.
Como por ejemplo: El deber de informar de manera veraz, el deber de rectificar aquellas informaciones que sean falsas o erróneas así como,  el periodista tiene la obligación de ser totalmente independiente a la hora de informar.
 

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