En 1999 el director estadounidense Spike Jonze alumbró una de las comedias surrealistas más interesantes de las últimas décadas. Cómo ser John Malkovich ―Being John Malkovich en su idioma original— fue la sorprendente ópera prima de Jonze, basada en un guion original escrito por Charlie Kaufman, quien también debutaba por entonces en el cine. En la cinta, Craig Schwartz es un titiritero callejero de Nueva York que decide cambiar de vida y entra a trabajar en el archivo de un edificio de Manhattan. Allí encuentra una pequeña puerta que da a un pasillo secreto que le permite acceder al cerebro de John Malkovich. Y así comienza la historia. A lo largo del filme, de un modo u otro, hasta el propio Malkovich y todos los que se convierten en él y solo son capaces de decir “Malkovich” se preguntan cómo ser o dejar de ser quienes ahora son.
Esta película del director de la premonitora Her (2013) —otra joya hoy en día mucho más cercana a la realidad— me ha venido a la cabeza cuando he sabido a qué autor de Planeta habían tenido a bien premiar con el Planeta este año. No sé yo si el millón de euros se abona en concepto del anticipo más caro de la historia o si directamente es un incentivo infladísimo por el desempeño laboral ya prestado. Es lo que tiene premiar anónimamente a alguien a quien tienes ya en nómina, y por varias vías, además.
Publicar con alharacas a quien ya le publicas, a quien ya le pagas por intervenir en las tertulias de los formatos de prime time de tu grupo mediático, a quien es más producto en sí que las páginas que rellena con escenas de cama y folletín. Y ojo, que funciona, vaya si funciona. Si el Planeta de la amiga Sonsoles batió récord de ventas, no me cabe duda de que la señora de mediana edad que protagoniza —para sorpresa de nadie― el nuevo planetazo acabará en cientos de miles de casas. Y así se alimenta esto mientras más de un millar de incautos han vuelto a presentar sus novelas para concurrir a un premio que para nada es sospechoso. No en vano, el ganador lo hace con seudónimo. ¿Cabe mayor garantía?
Cómo ser Juan del Val se preguntan esos 1.320 novelistas, esas personas que probablemente desde anoche, tras escuchar el nombre del ganador, solo aciertan a decir “del Val”, como los personajes de Jonze y Kaufman.
La receta es sencilla: no vaciles en acusar a un presidente de fraude electoral sin pruebas, no tengas reparos en negar el machismo de los jueces machistas, no dudes en defender a los patriotas que defraudan impuestos, métete con los animalistas, con los rojos y venera a los toreros y otras gentes de bien. Y, sobre todo: dirígete a tus lectoras escribiendo sobre ellas mismas, apestando a sexo casual y a canallismo de Cortefiel, aunque debas soportar los litros de colonia que se echan encima para besarte en las firmas y que tanto te incomodan. Recuerda que la pela es la pela y que el andamio tenía menos je ne sais quoi.
"Entre caspa, cuñadismo y huevos gordos, predican su ley sin leyes, cuentan y no callan. Una no sabe si sentir más asco o pereza". Me hago mayor. Es un hecho que no por consabido deja de escocer. Hay días en que me levanto con la sensación de haber envejecido diez años. Y lo noto en que me repito. Hace quince días escribía esta frase sobre la España que alecciona, una España, por lo visto, muy del gusto literario. Hace un mes les hablaba de la España que no lee y de sus peligros. Hay ocasiones en que la que escribe da más miedo todavía.
