Un banderillero en una foto de archivo.
Un banderillero en una foto de archivo.

Una vez más, vuelve a ocurrir. Algunos energúmenos se alegran, se mofan y jalean la muerte de una persona de forma trágica.

¡Cobardes! Sois unos cobardes. Cobardía tras un pseudónimo o un avatar. Cobardía demostrada a base de afirmaciones, tuits chistosos o comentarios tan deleznables que se escudan bajo el paraguas del anonimato digital. No aguanto a los o las meapilas que desean el mal ajeno sin dar la cara, sin mostrar sus credenciales a cara descubierta.

Una vez más, vuelve a ocurrir. Algunos energúmenos se alegran, se mofan y jalean la muerte de una persona de forma trágica. La muerte de un torero que, antes de torero, es persona. Esto parece que a algunos se les olvida. Olvido que se vuelve escoria a la hora de usar las redes sociales. Y no es cuestión de animalistas, antitaurinos o de defensores de los animales. Da igual. Es cuestión de educación. Se trata de valores.

Me parece perfecto que haya personas que defiendan la vida de los toros. Que defiendan el no uso del animal en los festejos. Creo que estas personas deben existir y me parece muy loable su empeño. Su lucha debe tener su recompensa siempre y cuando se consiga bajo los conductos que nuestra democracia establezca. Respeto su opinión. ¡Ojo, que ni me gustan los toros ni asisto a festejos taurinos! Solo respeto a uno y a otros.

Pero no respeto, ni merecen mi respeto, aquellos que se alegraron de la muerte de Víctor Barrio. Tampoco puedo respetar a aquellos que hicieron chistes del fallecimiento de un niño que con 8 años se lo llevó un cáncer y que su "delito" era querer ser torero. ¡Mal nacidos! Ahora, tampoco puedo respetar a aquellos que se ríen y ovacionan la muerte de Iván Fandiño.

Su cobardía es mi rechazo. Solo respeto las opiniones que se hacen a cara descubierta. Solo merecen mi atención esas opiniones que pueden estar en contra de mi criterio pero que se hacen de cara a cara, aunque sea a través de una red social.

A esos que se muestran muy valientes sin dar la cara, solo puedo mostrarles mi asco y mi repugnancia. A esa basura debemos desterrarla de nuestra sociedad. A esos cobardes digitales debemos lanzarlos al ruedo, quitarles la capucha y ofrecerles una muleta para que lidien con ese toro llamado DIGNIDAD. ¡Estoy seguro que recibirían muchas cornadas de las cuales no harían ni un solo chiste!

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