Ocurre que esta estrategia, y la de su rígido centralismo, no es compartida por un sector de la militancia de Ciudadanos, algunos de los cuales están abandonando el barco (obsérvese agrupaciones locales como la de Jerez). Según los críticos, escorarse tanto a la derecha le ha dejado el centro en bandeja al PSOE, que quiere pescar en sectores socioliberales que ahora ven a Rivera como un patriotero exaltado, demasiado afín a PP y Vox. Hay un perfil moderado al que no le gusta compartir viaje con políticos que defienden postulados neofascistas. En cualquier caso, Ciudadanos es conocido en los corrillos de parlamentarios como "el partido veleta", capaz de ser ultrapatriótico si hace falta, feminista de un día para otro, sacar la bandera LGTB el Día del Orgullo o reivindicar a Frida Kahlo si así puede arañar votos. Un camaleón político. Conviene no descartar que, si el quesito electoral fuera caprichoso y disputado, volviera a repetir esa foto con Pedro Sánchez pactando, pese a que ahora reniegue continuamente de él. Rivera ha encontrado en el liberalismo su mejor baza: "Casado es conservador, yo soy liberal", dijo la pasada semana, como si una cosa descartara la otra y no pudieran darse las dos. El dirigente de la formación naranja considera que ir de la mano del PP no penaliza tras la marcha de Rajoy, cree que la corrupción es cosa del pasado y ha esgrimido que esta alianza "es una obligación patriótica". Nunca ambas formaciones estuvieron tan cerca.Es una emergencia nacional enviar a Sánchez y a sus socios separatistas a la oposición. Tiendo la mano a Casado para formar un Gobierno Ciudadanos-PP tras las elecciones del 28-A y abrir una nueva etapa en nuestro país. Que los españoles elijan quién lo preside. #GaliciaNaranja pic.twitter.com/cEQ9cHTuuI
— Albert Rivera (@Albert_Rivera) 26 de marzo de 2019
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