Ciudadanos o la virtud de posicionarse en el centro

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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Decía Aristóteles que la virtud reside en el término medio entre dos extremos. Situarse por tanto en el centro político, equidistante de la derecha y la izquierda, debe suponer ser acreedor de un compendio de virtudes. Yo distingo dos. Dado el juego de pactos, la primera consistiría en moderar el programa del partido con el que pactes, situado necesariamente a tu izquierda o tu derecha. De esta manera sigues la tendencia mayoritaria del electorado, pero consigues atemperar los aspectos más estridentes del programa de tu socio. La segunda virtud consiste en que puedes arroparte de una radicalidad democrática que te lleva a pedir a los demás reformas que profundicen en la democracia interna, como la celebración de elecciones primarias o la expulsión del partido de los imputados por la justicia en casos de corrupción.

Ciudadanos recoge estas demandas de profundización democrática desde el interior mismo de la sociedad, lo cual me parece bien. Lo que no me parece bien es que se intentara ocultar con ellas otras intenciones, y lo único que se busque sea evitar hacer demasiado evidente el bascular entre una y otra ideología por pura conveniencia. No me gustaría que todo fuera una operación de marketing político. Un negocio consistente en fundar una pequeña fuerza para conseguir una cuota de poder sustanciosa.

Ciudadanos no necesita asaltar los cielos. Le vale con pactar con ellos. Convertirse en lo que se denomina un partido bisagra. Su modelo podría ser el del Partido Liberal Alemán (FDP), que combinó la tradición liberal con cierto progresismo en la defensa de los derechos civiles. El FDP ha sido el partido bisagra de la política alemana durante décadas, formando parte de los gobiernos democristianos y socialdemócratas. Si bien desde la década de los 80 imprimió un giro a la derecha que ha terminado por hacerlo desaparecer de la cámara baja alemana.

Y ese es el principal riesgo que corre Ciudadanos. Un eventual giro al centro del PP como ya ocurriera en los 90 con Aznar podría dejarles sin su espacio político. Y es que por mucho que se empeñen, la mayoría de la ciudadanía percibe a Ciudadanos como escorado a la derecha, ocupando un espacio que hasta ahora había ocupado el PP, pero que había desatendido por su respuesta ante la corrupción y su viraje a la derecha en materia de libertades personales: aborto, matrimonio homosexual, justicia gratuita, etc. Además de su insensibilidad social.

Esta semana nos podemos encontrar con la materialización de esa posibilidad de ver convertido a Ciudadanos en un partido bisagra. Pactar en Madrid con el PP y en Andalucía con el PSOE. Poner una vela a Dios y otra al Diablo. Sin distinguir quién es uno y quién es otro, en lo que tiene de apuesta por la continuidad del partido.

Juan Antonio Cabello Torres es Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales

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