Un Día del Orgullo en Jerez, en una imagen de archivo. JereLesGay relanza 17 años después su Grupo Trans.   FOTO: MANU GARCÍA
Un Día del Orgullo en Jerez, en una imagen de archivo. JereLesGay relanza 17 años después su Grupo Trans. FOTO: MANU GARCÍA

Con 54 años que tengo, yo ya he perdido la cuenta de cuántas veces he tenido que salir del armario. Unas veces, salidas voluntarias y otras involuntarias. Ah ¿qué pensaban ustedes que esto de salir del armario era tan ‘fácil’ (que no lo es) como dar una rueda de prensa al estilo de Pablo Alborán? No. Yo se los voy a contar. Porque aquí mucha gente opina sobre gays, lesbianas, transexuales y bisexuales y no tienen pajolera idea porque no lo han vivido.

La primera vez que dije ‘creo que soy gay’, y observen el ‘creo’ porque no lo decía uno como una certeza, por miedo al rechazo, fue en la mili a un compañero. Tuve suerte. Me entendió y me apoyó. Curiosamente, hace unos meses me lo he vuelto a encontrar después de 36 años sin saber el uno del otro. Y cuando tuve que salir otra vez del armario con él, me respondió igual que en la mili: "Lo que importa es que tú seas feliz". Tuve suerte y eso me ayudó mucho.

Salí una y otra vez del armario con mi pandilla de amigos cuando tenía 20 años. Se lo conté a una amiga. Ay, ¡Qué sería de nosotros los gays sin la ayuda de nuestras amigas!. Son las que mejor nos entienden, salvo que te encuentres a una Rocío Monasterio o una Cayetana, que también las hay y también me las he encontrado... Pero tuve suerte también. Luego, pasé a mis amigos varones. No a todos. A los que yo veía menos homófobos. Reaccionaron bien. Pero empezaron ya los problemas con los enamoramientos. Enamorarse de un amigo hetero es lo peor que te podía pasar. Y me pasó. Yo creo que nos ha pasado a todos los gays. Pero tuve también suerte. Ese amigo supo llevar el asunto como mejor pudo, me aguantó lo indecible y me ayudó también. Se lo agradezco. Hoy, muchos años después, sigue siendo amigo mío.

Pero claro, a pesar de tener amigos, no conocía ninguno gay. Tanto que llegué a empezar que era el único gay de Jerez. ¿A que da risa que yo pensara eso? Pues tenía su lógica. Yo padecía de homofobia también y rechazaba a los gays que tenían pluma. A los mariquitas. Porque yo era gay pero a mí no se me notaba. Que me creía yo eso, vamos. Ningún gay se ve su pluma. Así que un día llamé al teléfono de información sexual que tenía el Ayuntamiento de Jerez allá por los 90. Me atendió la que luego fue concejal y tertuliana en los medios, Toñi Asencio. Le solté eso de que era el único gay en Jerez. Se quedó a cuadros seguro con lo que le dije, pero me ayudó bastante. Con su trato, su amabilidad y sobre todo porque me contó los sitios de ‘ambiente’ que había cerca, porque en Jerez no había nada entonces, sólo en Cádiz y en Sevilla. Me puso en contacto con una asociación de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales de Sevilla. ‘Somos’ se llamaban. Les escribí y me orientaron. Eso sí era ya salir del armario, contactar con gente como yo. Pero yo era un raro. No me gustaban las discotecas y me daba miedo ir a los sitios de ambiente solo. Pero como no conocía a nadie, pues a fastidiarse toca.

Nace Cambalache. La prensa aquella de intercambio y venta de cosas. Y de contactos. Me abrí un apartado de correos y ahí contacté con gente. Imaginen. Mandabas una carta y llegaba la respuesta a los 15 días. No había móviles entonces. El teléfono de mi casa no lo daba ni loco. Porque en mi casa, oficialmente, yo no era gay. Aunque mi familia no era tonta. Apareció internet y fue la liberación. Lo aprendí en un curso en una academia. Me enseñaron lo que era el IRC, un chat, y vi que había chat de Cádiz. Entré con muchos nervios y me dijo alguien ‘hola’. Apagué el ordenador de golpe. Esa noche no dormí pensando que alguien llamaría a la academia preguntando por el maricón que se conectó ayer por la tarde. Así de ignorante era.

Pero empecé a conocer gente, muchos siguen siendo amigos míos desde entonces. Pero también conocía a gente rara. Bueno rara. Señores casados y sacerdotes o religiosos buscando sexo. Ya me di cuenta de que este mundo no iba a ser fácil. Así me espabilé. ¿He tenido casos de homofobia dura contra mi persona? Algunas. Una vez pensé que nos iban a dar una paliza dos tíos que iban en una moto y empezaron a insultarnos a un amigo y a mí porque íbamos cogidos de la mano. Pero no pasó nada. Sin embargo, yo tengo miedo hoy de ir con la mano de mi pareja. También me dolió que un cura me dijera que dejara de mover las manos al hablar porque parecía una mujer. Como si parecerse a una mujer fuera malo.

Eso me alejó de la Iglesia. Bueno, eso y mucho más, como se puede entender. También me han mandado mensajes insultantes. Lo último fue que estaba con un amigo y llegó mi pareja y me dio un beso. Mi amigo dio un respingo y se fue y me dejó plantando. Luego, me enteré que se había metido a cristiano evangélico. Lógico el rechazo de las religiones intolerantes.

No me gusta salir del armario. Mucha gente lo sabe. Pero hay gente que no. Como cuando cambio de destino en mi trabajo y tengo que pedir permiso por atender a mi pareja. Cuando ven el papel que es un hombre, ahí tienes una salida del armario por la puerta grande, sin quererlo. Y he tenido reacciones con mucha guasa. Pero ya sé gestionarlas y mandar a alguien a hacer puñetas con muy buenas palabras.

Lo más duro que he vivido ha sido tres intentos de suicidio en amigos. El suicidio del homosexual, eso de lo que casi nadie habla. También la muerte por sida de varios amigos. Muy duro. Así que salir del armario he salido muchas veces. Decir ‘soy gay’ es una liberación. Y es una ayuda para que otro se libere.

La única pena es que en mi casa jamás pude decir a mi familia ‘soy gay’. Lo sabían. Querían a mi pareja. Pero ninguno fuimos capaces ni de preguntarlo ni yo de decirlo. Porque la homofobia es así de dura. Mi madre sí me dijo una vez, que me vio de bajón, que si tenía algún problema, ella era mi madre y siempre iba a estar ahí. Fue su manera de decirme que me aceptaba. Pero la palabra gay no salió nunca de sus bocas ni de la mía. Ya ellos han fallecido todos y yo me quedé con esa pena. No sean homófobos, por favor. No nos merecemos ese daño. Y por supuesto, estoy muy orgulloso de lo que soy. Si tuviera que volver a nacer, sabiendo lo que he vivido y he sufrido, elegiría volver a ser como soy. Feliz Día del Orgullo para todas las personas de este mundo.

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