Una manifestante, con una pancarta durante una concentración feminista. FOTO: MANU GARCÍA
Una manifestante, con una pancarta durante una concentración feminista. FOTO: MANU GARCÍA

Las personas que participamos en Marea Violeta Jerez estamos preocupadas por la realidad que está aflorando en esta época de confinamiento. Son problemas que sabemos que existen pero que ahora se están haciendo dolorosamente evidentes. En algún momento nos llegan datos por la televisión, por la radio, por la prensa, datos que reflejan que en ocasiones el hogar en vez de un refugio se convierte en una trampa.

Mujeres que están conviviendo encerradas con su maltratador, a veces con hijos de testigos. Niñas y niños que sufren abusos sexuales en el ambiente familiar. Mujeres, víctimas de la trata, secuestradas y obligadas a prostituirse y encerradas con sus proxenetas. Personas del colectivo LGTBI acosadas en ambientes cerrados y en muchos casos viviendo situaciones familiares complicadas. Personas que trabajan esclavizadas, sin derechos y confinadas en ambientes insalubres.

Y podríamos seguir enumerando realidades humanas con las que convivimos y que nos demuestran que nuestra Sociedad tiene heridas abiertas a las que no se las trata con contundencia. Ahora más que nunca se está haciendo visible el problema que nuestra sociedad tiene para prestar los cuidados que sus miembros necesitan. Desde siempre los cuidados a la infancia, personas mayores y personas dependientes han recaído en las espaldas de las mujeres.

Desde la incorporación de la mujer al mundo del trabajo externo al hogar, esta carga se hace más difícil de soportar y a pesar de los intentos de conciliación el problema no se resuelve. La sociedad no ha sabido adaptarse y no ha creado servicios públicos eficaces para suplir el trabajo gratuito que hacían las mujeres, muchas en una doble jornada. Un ejemplo que ha salido a relucir en esta pandemia actual es la mala situación de las residencias de mayores, una gran parte de ellas privadas o semi privatizadas que buscan más un rendimiento económico que la calidad de vida de las personas que están a su cargo.

Tenemos datos que confirman el aumento de la violencia sexual y de la violencia de género en esta época de confinamiento. Datos de la hipocresía de una sociedad que esclaviza a personas inmigrantes en trabajos duros, y a las que no paga suficientemente ni reconoce sus derechos. Datos sobre las personas que realizan trabajos de cuidados de nuestros mayores en residencias o en el servicio doméstico y no son pagados dignamente e incluso no son contratadas...

Es una realidad también la pérdida de trabajos que esta pandemia está provocando y de cómo gran parte de la sociedad va a necesitar ayuda. Los datos son alarmantes, la pobreza femenina va a aumentar escandalosamente. Datos, datos, datos.. todos datos que aumentan sus números pero ¿hasta dónde tienen que llegar esas cantidades para que nos remuevan la conciencia y nos impulsen a hacer algo?

Ante esta situación es necesario contar con un mínimo vital que rompa dinámicas de dependencia que dificultan escapar de las violencias machistas tanto en el ámbito de la pareja como en el entorno laboral. La renta básica será una herramienta real, tangible, ante las violencias y ha de ser una renta básica suficiente que garantice una autonomía económica digna.

El confinamiento ha puesto en evidencia que nuestra forma de producir, de consumir y de funcionar no respeta a la Naturaleza. Al parar nuestra actividad los índices de contaminación han bajado y observamos a muchos animales que recuperan hábitats. Tenemos que aprender a vivir de forma sostenible y poniendo la vida en el centro. También es cierto que esta crisis está haciendo aflorar muchas acciones solidarias y sentimientos de cercanía hacia los vecinos, pero hay que aprovechar este parón obligatorio para intentar abordar los problemas que como sociedad tenemos.

Ahora más que nunca se necesita que cualquier persona que detecte algún tipo de violencia en un domicilio cercano o lugar de trabajo tiene que dar la voz de alarma. Sabemos que muchas de las personas que viven estas terribles circunstancias no pueden salir por sí mismas de esas situaciones. Solamente si reciben la empatía y ayuda de quienes las rodean, podrán hacerlo.

No es un problema privado, es un problema de toda nuestra sociedad, que lo está permitiendo. Las instituciones no podrán conseguirlo solas, necesitan nuestra ayuda y nuestra valentía. Ahora más que nunca hay que pensar colectivamente. ¡Atrévete!

Tribuna libre de Marea Violeta de Jerez.

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