Sobre la carta abierta a Mayor Oreja

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08 de octubre de 2017 a las 18:16h

El peligro de los extremos es el sectarismo. Y cuando este se apodera de la sociedad, las libertades acaban seriamente dañadas.

El pasado viernes, don Alejandro López Menacho publicaba una carta abierta en este medio dedicada al ex ministro Mayor Oreja, pidiéndole que no trajera su odio a Jerez, invitándole en su conclusión que se largara y no volviese. La leí a través de la red social Facebook, e hice algún comentario. El medio me invitaba a mostrar mi opinión, y agradecido, acepto encantado su propuesta.

Yo estuve en la conferencia de Mayor Oreja. Habló de los motivos de la crisis que a su juicio se cierne sobre Occidente, que no es social, política o económica, sino moral, de valores. Nuestras sociedades están inmersas hace décadas en una tensión que tiene su origen en la secularización, en la descristianización, en la imposición de un relativismo moral que ha dejado a buena parte de la sociedad en los brazos de un pensamiento débil, políticamente correcto, abandonada a la tiranía de una masa desnortada, con valores líquidos, fugaces y rumbo incierto, tremendamente infeliz. En sus palabras no hubo hueco para el extremismo, para el rencor o el odio, ni en su vida política le he escuchado exabrupto reseñable. Al contrario, recetó concordia, apego a la verdad, a unos valores compartidos por muchos, sin ánimo de excluir a nadie.

Se puede estar de acuerdo o no con este diagnóstico en una sociedad plural. La opinión de don Alejandro, sin embargo, rezumaba un
resentimiento notable. Esta actitud resentida está detrás del origen y el éxito de algunos de los movimientos sociales y políticos actuales. Coincido con Mayor Oreja en muchos de sus planteamientos —que no son además originales—, y me encuentro a años luz de los de don Alejandro; pero creo que se puede disentir desde la sana crítica, desde los argumentos más que desde el sentimiento, o lo que es peor, desde el re-sentimiento. Da la sensación de que el articulista padece del mal del que acusa al exministro. No creo que el señor Mayor Oreja tenga que largarse, ni que sea bueno que don Alejandro lo conmine a marcharse para no volver. El articulista opina que hay margen para el diálogo, pero se lo niega al señor Mayor Oreja; cree peligrosa la movilización de los conservadores y de los que él denomina ultra religiosos. ¿No tienen derecho los conservadores a expresarse, al igual que los progresistas, los liberales o los populistas?

Los ultra religiosos a los que hay que temer son los yihadistas, no los católicos. No admite que el señor Mayor Oreja venga a dividirnos, como si todos tuviéramos que pensar lo mismo, y me pregunto: ¿Es que don Alejandro prefiere una sociedad homogénea? ¿Cree que su modelo es el único posible? Les propongo un ejemplo. Si mañana viene a nuestra ciudad, que le digo yo, el señor Anguita, al que le tengo respeto intelectual, pero del que me encuentro a distancia notable, o algún político de la extrema izquierda en activo, Pablo Iglesias por ejemplo, al que no le tengo respeto intelectual alguno, más bien al contrario, prevención, ¿no podrá hablar, tendrá que largarse porque muchos no estemos de acuerdo con sus propuestas, con lo que piensan o quieren para nuestra sociedad, aunque a algunos nos parezca terrible? ¿O es que algunos pueden opinar y otros no? El peligro de los extremos es el sectarismo. Y cuando este se apodera de la sociedad, las libertades acaban seriamente dañadas. Todo ello sin acritud, y con el máximo respeto a don Alejandro López Menacho.

Carta al director de Manuel Pareja Aparicio.