Sillas en sus palcos, en una pasada Semana Santa. FOTO: PABLO URIEL
Sillas en sus palcos, en una pasada Semana Santa. FOTO: PABLO URIEL

Que el aviso a navegantes que se ha producido en la procesión de Nuestra Señora de la Merced haya servido, para rectificar sabiamente y evitar que no tengamos que lamentar lo que nunca queremos que ocurra.

No hay mal que por bien no venga, es un refrán muy popular, pero también muy acertado en la mayoría de las ocasiones. Los hechos ocurridos en la pasada procesión de nuestra querida Patrona María de la Merced, afortunadamente seguro que con su manto protector evitó que todo quedara en un susto.

Pero vaya susto para los que lo vivieron en directo, yo particularmente situado en la esquina de plaza Rafael Rivero con Tornería, estaba ya terminando de pasar la banda de música y la cruz de guía situada en la puerta de las antiguas oficinas de Pedro Domecq de la Riva cuando de pronto una avalancha de público, músicos de la banda incluidos, empiezan a correr por Tornería, Rivero, así como en dirección a Cristina. El desconcierto fue total, ya que al no escuchar ni gritos, ni detonación alguna, no se sabía en un primer momento que es lo que sucedía en realidad.

Dado los recientes atentados en Cataluña y concretamente en la ciudad de Barcelona, por intuición mi mujer Gloria y yo nos pegamos a la pared de Tornería, que seguro si hubiéramos podido traspasarla lo habríamos hecho. Lo primero que pensé es que era algún vehículo, tal como pasó en Barcelona, pero al ver que el público se paró y de momento tanto un coche de la Policía Nacional y un motorista de la local llegaron con procedencia de la Plaza del Clavo, teniendo que replegar toda la procesión a los laterales de Tornería, la situación se calmó y las versiones que corrían eran diversas: que si una pelea y los autores habían huido por Cristina, que si era una pelea entre los carros de chuches, que uno había sacado un palo y otros que si un cuchillo o una catana… La verdad que cuando ya llegó la policía se hicieron con la situación, aunque el rostro de pánico en el público seguía latente, a mí personalmente el corazón se aceleró y a mi mujer le temblaban las piernas, nos quedamos en el mismo lugar a esperar que llegara nuestra Patrona y darle gracias, que con su manto nos hubiera protegido, de que todo quedara en un susto y no tuviéramos que lamentar desgracia alguna.

Volviendo al título de este artículo, nuestro refranero popular nos transmite una visión optimista de la realidad, pues nos indica que de una contrariedad se puede extraer algo bueno, que una contrariedad puede tener resultados favorables.

Cuando quedan 181 días para que llegue la próxima Semana Santa y ante las constantes noticias de la nueva Carrera Oficial, que cuyo cambio conlleva que todas las Hermandades entran por la calle Tornería, quizás si le hacemos caso al refrán, estamos a tiempo de rectificar y desistir de tal propuesta.

El mayor patrimonio que tiene nuestra Semana Santa son los nazarenos que realizan su estación de penitencia, una imagen se restaura pero una vida humana no. ¿Se ha contemplado garantizar en este embudo suicida, la protección de niños, jóvenes y mayores?

Algunos dirán que en cualquier lugar de la actual Carrera Oficial, puede ocurrir de todo, y es cierto porque en el mundo que nos está tocando vivir hay situaciones que por mucho que queramos son incontrolables, pero también es cierto que no es lo mismo las calles amplias que tenemos en la actualidad, al embudo sin salida de la calle Tornería. Por otro lado nuestra jerezana Carrera Oficial, siempre se ha caracterizado por ser una carrera libre de acceso a la misma, donde desde cualquier punto de la misma todo público la puede ver. Si cerramos desde Tornería a la calle Larga ya estamos privatizando para algunos privilegiados una Carrera Oficial, que aquí en Jerez siempre ha sido abierta y pública. Así como la elevación de palcos en calle Larga y Arenal, impediría que el público la viera tal como hoy en día lo puede hacer.

Creo que por las circunstancias que vivimos la Carrera Oficial debe de transitar por amplias calles. Aprendamos de nuestra Procesión Magna celebrada ya hace diecisiete años, donde todo salió bordado, entonces se utilizó la calle Porvera, para su recorrido oficial, una calle amplia donde jerezanos y visitante disfrutaron de aquel milagro. Quizás llevemos esos años desperdiciando esta calle en donde caben muchas sillas y palcos, sin la necesidad de cerrar la misma al público.

Ahora que en nuestras hermandades vamos a tener cabildos de apertura de curso, animo a todos los cofrades, especialmente a los que visten su túnica, a que se debata la Carrera Oficial, desde el prisma de la seguridad, no de la estética y del lucimiento, se transmita el sentir de cada hermandad a sus hermanos mayores y estos le indiquen a la Unión de Hermandades el camino a seguir.

Que el aviso a navegantes que se ha producido en la procesión de Nuestra Señora de la Merced haya servido, para rectificar sabiamente y evitar que no tengamos que lamentar lo que nunca queremos que ocurra. Quizás sea la propia María de la Merced, la que nos haya alertado y nos haya indicado lo que debemos rectificar.

Carta al director de Fernando Romero Benítez.

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