Un momento de la manifestación del 8M en Jerez. FOTO: MANU GARCÍA.
Un momento de la manifestación del 8M en Jerez. FOTO: MANU GARCÍA.

Entre la alegría, los cánticos y los abrazos de las manifestaciones del 8 de marzo faltaron mujeres, mujeres que no pudieron estar porque fueron asesinadas, mujeres que ni se plantean salir a la calle por el miedo a volver a casa, mujeres que simplemente no entienden el movimiento de mujeres, que carecen de la más mínima conciencia de género, y mujeres simplemente cansadas.

Cansadas de doble y triple jornada, cansadas por no poder compartir los cuidados, o cansadas simplemente porque sin ellas, esos cuidados nunca serían posibles.

Son mujeres que se levantan cansadas y se acuestan agotadas, mujeres que no reciben ni un salario, ni el mínimo reconocimiento a su trabajo, mujeres que cuidan solamente porque son mujeres. Mujeres que no se reconocen ante las noticias de las diferencias laborales, salariales o del techo de cristal, mujeres que son cuidadoras en sus pueblos y ciudades, de un padre, una madre, un hijo o hija en situación de dependencia.

Aunque muchas de ellas aun no lo sepan, esta semana están de enhorabuena, si tuvieran tiempo de ver las noticias, si tuvieran tiempo para navegar por internet, sabrían que han recuperado el derecho a la cotización a la seguridad social por ser cuidadoras de una persona en situación de dependencia en el entorno familiar.

Estas mujeres, 71.000 en Andalucía, no saben que tendrán derecho a cotizar, que el Estado cotice por ellas, para que en el futuro puedan tener una pensión digna, muchas de ellas, ni siquiera sabrán que perdieron ese derecho en 2012 y lo recuperan ahora siete años más tarde.

Muchas de las mujeres cansadas por cuidar a sus familiares dependientes, ni siquiera saben que tienen el derecho a tener derechos. Están cansadas por cuidar, pero muchas de ellas, ni siquiera están cansadas de hacerlo, por sorprendente que parezca, siguen cuidando a uno tras otros de sus familiares y son las eternas cuidadoras.

Recuerdo hace años un acto con el ministro Caldera, las primeras mujeres cuidadoras en Andalucía que recibían las prestaciones económicas por cuidar en el entorno familiar, y la cotización a la seguridad social que llevaba aparejada, se reunían en un hotel de Sevilla. De forma coloquial saludaban al ministro sorprendidas aún por ser las protagonistas por un día.

Una señora de Cádiz de unos cuarenta y cinco años que llevaba más de quince años cuidado de su madre, y siete de su padre que ya había fallecido, nos contaba con lágrimas en los ojos que había recibido un cheque de más de seis mil euros, porque se le habían abonado las cuantías desde que presentó la solicitud.

Pero no lloraba por eso, lo hacía porque se habían reunido los hermanos y habían decidido que fuese ella quien se quedara con el dinero. Yo le pregunté un poco sorprendida: ¿pero la cuidadora no eres tú? Y ella me contestaba: sí, pero en realidad la ayuda es para mi madre y mis hermanos son muy generosos dejándomelo todo a mí.

Le di la enhorabuena, un abrazo y me callé, en el fondo de mi corazón yo pensaba: manda narices que después de quince años cuidando todavía hubieran repartido el dinero entre todos los hermanos que seguro que sólo iban de visita.

Y seguí pensando lo injusto que es el rol de muchas mujeres que solo por el hecho de serlo están encadenadas a un destino de cuidados que ni siquiera cuestionan.

De entre las mujeres invisibles del 8 de marzo muchas estarán en sus pueblos y en sus casas viendo por la tele como cientos de miles de mujeres llevan pancartas exigiendo hacer huelga de cuidados.

Si en algo ha acertado el movimiento feminista de la cuarta ola, ha sido sin duda llevar al debate político lo que hasta hace poco era un tema que ni siquiera estaba encima de la mesa.

El debate del futuro no es sólo que los cuidados hay que repartirlos, sino que una gran parte la deben asumir los servicios públicos con atención a la dependencia porque es una cuestión que atañe a toda la sociedad.

Cansadas de estar cansadas y cansadas de no tener tiempo ni derechos para dejar de estar cansadas, mujeres cansadas, pero no solas.

Soledad Pérez es Portavoz Igualdad de Políticas Sociales y Conciliación y diputada del PSOE-A en el Parlamento de Andalucía.

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