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Germán Gorraiz López, analista y miembro de Attac Navarra-Nafarroa

El relato oficial dice que entre la muerte de Franco en 1975 y el fallido golpe de Estado de Tejero (23 de febrero de 1981), España sería una Arcadia idílica (de apellido Transición), en la que los líderes de la oposición al régimen de Franco y los reformistas del interior pactaron una agenda para preparar al Estado español para su anhelada entrada en Europa así como garantizar la democracia y el progreso generalizado, todo ello bajo la supervisión del rey Juan Carlos I como valedor de la balbuciente democracia. Sin embargo, al cabo de 4 décadas, la crisis económica, la desafección política de la sociedad española motivada por los sangrantes casos de corrupción de la élite político-económica y el creciente descrédito de la institución Monárquica han hecho revisar tales esquemas, incluida la tesis de la supuesta reconciliación nacional propagada por los mass media de la época de la Transición, todavía pendiente de su finiquito legal.

La obscenidad de la Banca y los restos del naufragio económico

Según la agencia EFE, la gran Banca española multiplicó por cuatro sus beneficios en el 2013 (Santander, BBVA, CaixaBank, Popular y Sabadell obtuvieron en 2013 un beneficio neto de 7.674 millones de euros) y según una encuesta del Grupo ICSA y EADA Business School, el sueldo de los directivos subió un 7% en 2013 mientras la economía caía un 1,2%, se destruían 198.000 empleos, se reducían drásticamente los presupuestos de las cajas para obras sociales, (un 60% menos desde el 2008) y se producían 220 desahucios diarios. De todo ello, se deduce que la Banca se habría convertido en un parásito hematófago (chinche doméstico), organismos chupópteros que no viven permanentemente sobre su hospedador o víctima sino que sólo se acercan a él para alimentarse y tras succionar hasta la última gota de sangre los abandonan exangües y desahuciados (según el FROB, cerca de 167.000 afectados por la venta irregular de preferentes de Bankia, NCG Banco o Catalunya Banc no podrán recuperar ni tan siquiera un pequeño porcentaje de su inversión).

Por otra parte, según el Consejo Económico y Social, 422.600 hogares vivían gracias a la pensión de los abuelos con ingresos medios de 840 euros y que a pesar de su exigüidad, constituía hasta hoy el último salvavidas de los restos del naufragio económico español, pero teniendo en cuenta que se ha establecido por ley un mínimo incremento de las pensiones de un 0,25%, el colchón familiar verá reducido su grosor y se elevará el riesgo de pobreza y fractura social. Así, según el último informe de Intermon Oxfam sobre “Crisis, desigualdad y pobreza”, se advierte que de continuar los recortes sociales, la pobreza en España podría llegar a afectar al 40 % de la población en el horizonte de la próxima década (en la actualidad, según dicha ONG, la tasa de pobreza se situaría en el 27% de la población y afectaría ya a 13 millones de personas). Finalmente, añadir que según Cáritas tres millones de personas vivirían ya en situación de "pobreza severa" (menos de 307 euros al mes) mientras el número de millonarios en España habría aumentado un 13% en el último año según datos de Eurostat, con lo que se estaría agudizando de forma vertiginosa una fractura social de resultados imprevisibles.

Corrupción y deriva totalitaria del establishment (casta dominante)

En el plano político, asistimos en el Estado español a un escenario distópico fruto del Tejerazo de 1981, en el que los líderes políticos confinados en el Congreso fueron “invitados” a aceptar un acuerdo tácito por el que se declaraban intocables el status quo (establishment) asociado al sistema monárquico (juancarlismo), al sistema político bipartidista (implantación de las listas cerradas y de la Ley D´Hont) y a la defensa de la “unidad indisoluble de la nación española”, pasando Navarra desde entonces a ser considerada “cuestión de Estado”. El término distopía fue acuñado a finales del siglo XIX por John Stuart Mill en contraposición al término eutopía o utopía, empleado por Tomás Moro para designar a un lugar o sociedad ideal. Así, distopía sería “una utopía negativa donde la realidad transcurre en términos antagónicos a los de una sociedad ideal”. Las distopías se ubican en ambientes cerrados o claustrofóbicos enmarcados en sistemas antidemocráticos, donde la élite gobernante se cree investida del derecho a invadir todos los ámbitos de la realidad en sus planos físico y virtual e incluso, en nombre de la sacro-santa seguridad del Estado, a eliminar el principio de inviolabilidad (habeas corpus) de las personas, síntomas todos ellos de una posterior deriva totalitaria del sistema y el establishment (casta dominante) del Estado español estaría formado por las élites financiera-empresarial, política, militar, jerarquía católica, universitaria y mass media del Estado español que serían los herederos naturales del legado del general Franco y que habrían fagocitado todas las esferas de decisión (según se desprende de la lectura del libro “Oligarquía financiera y poder político en España” escrito por el ex-banquero Manuel Puerto Ducet).

La metástasis de la corrupción afectaría a cargos electos de la mayoría de los partidos políticos que detentan el poder en cualquiera de los corruptos reinos de taifas en que se ha convertido el Estado español (PP, PSOE, CDC, PNV, Coalición Canaria, IU y UPN), convirtiendo la escena política en un inmenso queso taladrado por la corrupción y envuelto en la capa de la inviolabilidad (estatus de aforado) establecido por la doctrina del Tribunal Supremo, devenido en dique de contención de los recursos populares contra la parasitaria y corrupta clase política establecida en cualquier segmento de poder (establishment).

Recordar que el bipartidismo establecido en el acuerdo tácito entre los partidos políticos tras el simulacro de golpe de mano de Tejero (23-F del 1981), tuvo su culminación con la llegada al poder del PSOE y el nombramiento como presidente del Gobierno de Felipe González (1982), con quien asistimos al finiquito de la idílica e inacabada Transición y al inicio de la deriva totalitaria del sistema, mediante la implementación del llamado “terrorismo de Estado” o “guerra sucia” contra ETA y su entorno, del que serían paradigma los Grupos Armados de Liberación (GAL) y de la Ley Anti-terrorista, primeros pasos de la deriva involucionista hacia el Estado tardo-franquista. La Ley Anti-terrorista todavía vigente, sería pues un anacronismo propio de la dictadura franquista, un limbo jurídico que habría convertido los sótanos de cuartelillos y comisarías en escenarios distópicos de naturaleza real (no ficitica) y en Guantánamos virtuales refractarios al control de jueces, fiscales y abogados y que facilitarían la labor de los Cuerpos de Seguridad del Estado para obtener evidencias delictivas mediante prácticas inadecuadas (léase tortura), prácticas confirmadas por las declaraciones de Luis Roldán, Director General de la Guardia Civil con Felipe González

El tardofranquismo

El tardofranquismo sería hijo del Tejerazo o golpe blando de 1981 en el que los líderes políticos confinados en el Congreso fueron “invitados” a aceptar un acuerdo tácito por el que se declaraban intocables el establishment asociado al sistema monárquico, al sistema político bipartidista y a la “unidad indisoluble de la nación española” y estaría plasmado en la todavía vigente Constitución de 1978, Carta Magna que estaría blindada ante cualquier cambio institucional que se pueda producir en el Estado español con lo que se cumpliría una vez más la profecía : “Todo está atado y bien atado”. Con el actual Gobierno del PP, estaríamos asistiendo a la fase final de la implementación de dicho Estado tardofranquista, doctrina que bebe de las fuentes del centralismo jacobino francés y del paternalismo de las dictaduras blandas y que estaría refrendado por iniciativas como la aprobación de la nueva Ley de Educación (Lomce); la Ley Antiaborto de Gallardón, la implementación de la censura en Internet tras el cierre decretado por la AN de la web “Ateak Ireki” y la previsible modificación del Código Penal para constriñir hasta su nimiedad los derechos de huelga, reunión y manifestación.

Así, no sería descartable la próxima modificación de la actual Ley de Huelga a petición de la CEOE y una nueva y agresiva reforma del Código Penal, en la que se penalizará la resistencia a la autoridad (tanto activa como pasiva) y la convocatoria de concentraciones violentas por cualquier medio de comunicación, (incluido Internet y las redes sociales como Facebook, Twitter), con el objetivo inequívoco de hacer realidad la frase de Fraga en su etapa de Ministro de la Gobernación del régimen franquista (“La calle es mía”) aunado con la adopción en las ciudades gobernadas por el PP como Madrid, de medidas anticívicas calcadas de la Ley franquista de Buen Gobierno (1948) y la posterior implantación en todo el Estado español de un clon de la Ley de Vagos y Maleantes (ley nacida en la II República y adoptada por aclamación por el régimen franquista).

Finalmente, como culminación del paroxismo regresivo, asistiremos a la implementación de la Doctrina Aznar que tendría como ejes principales la culminación de la "derrota institucional de ETA para impedir que el terrorismo encuentre en sus socios políticos el oxígeno que le permita sobrevivir a su derrota operativa" y el mantenimiento de la "unidad indisoluble de España", lo que se traducirá en el finiquito de la representación institucional lograda por EH Bildu en base al apoyo popular mediante la ilegalización del partido abertzale Sortu (tras la remisión por UPyD a la Fiscalía del TSJPV de una denuncia penal contra el presidente de Sortu, Hasier Arraiz, al que acusa de "justificar y reivindicar la actuación de ETA") y en la prohibición de la celebración del referéndum sobre la independencia en Cataluña, medidas que conllevarán el final de la más larga experiencia seudodemocrática de la historia del Estado española (35 años).

¿Hacia la III República?

Para entender el cambio que se avecina tras la abdicación de Juan Carlos I, habrá que recurrir a Hermann Hesse, quien en su libro “El lobo estepario” (Der Steppenwolf, 1927), plasma el sentimiento de angustia, desesperanza y desconcierto que se apoderó de la sociedad europea en el período de entreguerras y critica mordazmente la sociedad burguesa (“la decadencia de la civilización”), dictadura invisible que anula los ideales del individuo primigenio y le transforma en un ser acrítico, miedoso y conformista que sedado por el consumismo compulsivo de bienes materiales pasa a engrosar ineludiblemente las filas de una sociedad homogénea, uniforme y fácilmente manipulable. Recordar que la entrada en recesión de las economías europeas ha implementado el estigma de la incertidumbre y la incredulidad en una sociedad inmersa en la cultura del Estado de Bienestar del mundo occidental, derivando posteriormente en un shock traumático al constatarse el vertiginoso tránsito desde niveles de bienestar hasta la cruda realidad de la pérdida del trabajo y posterior desahucio, inmersión en umbrales de pobreza y dependencia en exclusiva de los subsidios sociales, por lo que se antoja inevitable un proceso de catarsis y posterior metanoia colectiva.

El término metanoia, traducido a la actual coyuntura, sería “transformar la mente para adoptar una nueva forma de pensar, con ideas nuevas, nuevos conocimientos y una actitud enteramente nueva ante la irrupción del nuevo escenario socio-político”, lo que implicaría la doble connotación de movimiento físico (desandar el camino andado) y psicológico (cambio de mentalidad tras desechar los viejos estereotipos económicos y políticos vigentes en las últimas décadas) y que tendrá como efectos benéficos la liberación de la parte indómita del individuo primigenio (el lobo estepario) que ha permanecido agazapado en un recodo del corazón, sedado y oprimido por la tiranía de la manipulación consumista del actual sistema dominante, de filiación neoliberal y monárquica.

En consecuencia, asistiremos a la aparición de un nuevo individuo reafirmado en una sólida conciencia crítica y sustentado en valores caídos en desuso como la solidaridad y la indignación colectiva ante la corrupción e injusticia imperantes (de lo que sería paradigma la irrupción en el firmamento político de Podemos), generador de un posterior tsunami popular de denuncia del déficit democrático, social y de valores de la actual casta dominante e instaurador del caos constructivo. Dicha vorágine o caos terminará por diluir el opiáceo inhibidor de la conciencia crítica (consumismo compulsivo) y provocar la necesaria metanoia en la sociedad no siendo descartable el retorno a escenarios ya olvidados de frentepopulismo en las próximas elecciones municipales del 2015 que tras un previo consenso de mínimos dará prioridad en lo social a la revitalización del llamado “Estado social y democrático de Derecho” y en lo político a la reinstauración de la República en el horizonte del 2016.

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