Y en algunos sitios, más. En Sevilla volvió en el último 1% de las 20 horas, pese a recibir energía hidráulica de dos embalses cercanos. Un incidente de origen desconocido e inesperado y posiblemente impredecible y nada propicio para la mezquindad de lanzar la artillería contra el Gobierno por, supuestamente “no haber salido a informar de inmediato”. Pues téngase claro: transparencia es dar datos reales, sin ellos no puede haberla; es más importante el rigor que la velocidad.
La velocidad sin rigor sería fraudulenta. Pero está clara la intención, siempre con el interés politicastro por delante: si el presidente hubiera salido sin ni siquiera conocer el origen del problema, habrían podido acusarle de no aclarar nada, de no facilitar información. Las comparaciones son odiosas, con Mazón más, porque una cosa es postergar el remedio de una catástrofe anunciada con tan graves consecuencias como 267 muertos y otra muy distinta sufrir un grave problema desconocido y por lo tanto precisado de investigación.
Por parte de la oposición política mal. Mal no, fatal aprovechar la incidencia para devolver una pelota pegada a los pies del PP y cualquier otro apoyo a Mazón. Por parte de las empresas, en primer lugar Red Eléctrica no se puede entender su extraña certeza negando una posibilidad, mientras no puedan probarlo.
El incidente o accidente, sí ha servido para meditar; ha dado lecciones para aprender. Somos dependientes de la electricidad, esclavos de la informática y la cibernética, bienes que deben estar para servirnos, no para mandar. Y sin alternativa. Porque si existiera una alternativa seríamos menos esclavos o no lo seríamos y eso no interesa al poder real. Sin electricidad nada funciona, quien obtuviera el botón universal impondría condiciones. Sería el amo del mundo. Al mismo tiempo el Gobierno español, los políticos irresponsables ansiosos de poder y control, incluso imponen multas por guardar dinero en casa, como parte de su carrera para extirpar el dinero físico y beneficiar a la banca y los poderosos en general.
Así, ante una emergencia como la recién vivida o superior que pudiera sobrevenir, ¿Cuánto tiempo aguantaríamos sin comida y sin bebida? Porque es falso que el pasado día 28 el mundo bancario funcionara con normalidad. Sin electricidad nada funciona, los TPV y los cajeros también necesitan electricidad y falló hasta la red móvil, por eso cerraron la mayoría de supermercados, y con ello falló una programación que no siempre volverá automáticamente junto al fluido, pues la informática se desconfigura y algunos aparatos revientan y hasta arden ante el cambio brusco.
Por tanto eliminar el dinero físico puede ser un crimen de lesa majestad, porque los únicos libres de sufrirlo serían los interesados en imponerlo. Se nos obliga a guardar el dinero en bancos bajo sanción, para que nos cobren como mínimo ciento veinte euros al año por el “servicio” de ganar más dinero a costa de nuestros ingresos. Los gobiernos se niegan a entender que, puestos a favorecer, es preferible ayudar a la industria y al comercio, que crean riqueza y empleo, en vez de a los bancos, financieras y fondos buitre, creadores de paro y pobreza.
Este es el regalo del “Nuevo orden mundial”, preparado para los españoles por el propio Gobierno de España. Este es su gran pecado. El gran magnicidio del Gobierno. Este es el futuro maquinado por el gobierno español, primer dependiente de Europa, la OTAN y el Billderberg, verdadero Gobierno mundial todavía en la sombra, aunque sus miembros lo nieguen.
Quienes hoy tan orgullosos manejan el móvil a la hora de pagar, por supuesta comodidad —más bien impuesto control pleno— y principalmente por “modernismo” (que para muchos todo lo moderno “es bueno” por muy negativo que sea), veremos qué hacen cuando el cambio esté plenamente impuesto, cuando no manejen dinero sino el teclado: una ficha como los mineros esclavizados de los siglos XVII, XVIII y XIX, veremos si aceptan igual de satisfechos que todos sus movimientos sean controlados y dirigidos desde su propio móvil, sin posibilidad de desactivarlo. Es sólo un aviso: Es peligroso depender tanto de la electricidad y la informática, controladas como están por grandes empresas privadas.
La sospechosa insistencia del PP en culpar a las renovables y exigir la recuperación de las nucleares, y de culpar al Gobierno de no informar cuando todavía las eléctricas no han entregado los informes correspondientes y su resistencia a entregarlos, así como la brutal subida de la energía al día siguiente del apagón, permite dudar dónde están los verdaderos culpables. Y el Gobierno en vez de apoyar a banca y eléctricas, debe la energía limpia producida directamente por su consumidor.
La instalación de placas solares en tejados y azoteas, en naves, viviendas individuales o bloques será mucho más barata y rentable para la ciudadanía y por tanto para el Estado. Además de suponer un ahorro considerable, además de no dañar el empleo, porque personal hace falta para la fabricación, venta, instalación y reposición de placas, se elude el control exhaustivo y el mercantilismo de las eléctricas privadas. Por tanto, si debiera quedar alguna compañía de producción y distribución eléctrica, sólo debería ser pública.


