A remolque de 'Madrit'

Cuando alguien se interesa por el tamaño de una ciudad no se le contesta con la extensión ni con el perímetro. Se contesta con el número de habitantes

Nuevas viviendas en Madrid.
11 de septiembre de 2025 a las 09:37h

Las matrículas solo son una muestra, una pequeña pero significativa muestra. Ojalá fuera la única. Cuando Felipe II se instaló en la villa, aquello era una pequeña aldea. Su transformación ha sido tan rápida, tan repentina que ha facilitado la existencia de esas largas avenidas a pesar de todo diseñadas sin programación, sin sentido alguno, tanto como para crear el tráfico más confuso y dificultoso, y con ello productor de atascos y contaminación mayor que la propia villa actual. Lo de los atascos y la contaminación atañen a sus vecinos. A los demás nos afecta, porque nos perjudica, a todos. En el ejemplo de las matrículas, véase: cuando Madrid llegó al millón de vehículos matriculados no podía empezar de nuevo por el número 1. No “podía” darse otra solución que paralizar las matrículas de las cincuenta provincias y cambiarlas todas al unísono, al son de Madrid. Así ha vuelto a ser y es de prever volverá, para estar todos igualados a Madrid.

Pero solo en eso y ahí está el problema. En lo demás no se iguala, al contrario. ¿Cómo se explica que un rey, un gobernante de todo el reino pueda ser considerado “mejor alcalde de Madrid”? ¿Madrid no tiene Ayuntamiento? ¿No tiene alcalde? Ese es el problema: los gobiernos de España, todos desde Felipe II, se han ocupado de la mejora y el engrandecimiento de Madrid, algo que solo podía hacerse, con la velocidad y en la proporción que se ha hecho mediante la disminución o el empobrecimiento del resto. Por ejemplo: ahora se oyen quejas sobre “la pobre España vaciada”.

Pero ¿dónde están esos habitantes que la han podido vaciar? El afán por crecer parece la primera y en algunos casos incluso la única preocupación para algunos. No, no, por muchos. La importancia se mide en tamaño, en metros cuadrados. Y en habitantes, eso lo primero. Cuando alguien se interesa por el tamaño de una ciudad no se le contesta con la extensión ni con el perímetro. Se contesta con el número de habitantes. Las ciudades se clasifican numéricamente por el número de habitantes.

A Madrid se le regalaron todas las poblaciones de alrededor, convertidas en barrios, hecho solo repetido en Barcelona y en menor medida en Valencia. En cambio, ni siquiera se tienen en cuenta las conurbaciones, ni se programa una autoridad mancomunada para Sevilla, por ejemplo, unida ya físicamente con cuarenta poblaciones. El afán de forzar el crecimiento se ha centrado en Madrid, culpable principal y quizá única del despoblamiento de gran parte de otras comunidades, sobre todo Castilla y La Mancha. Y a pesar de todo, la preferencia sigue.

Madrid no solo tiene el mayor número de asalariados no productivos de todo el Estado con amplia, amplísima ventaja. También suma la mayor acumulación industrial en su mayor parte forzada por el gobierno, por haber obligado la instalación de entidades extranjeras y apremiado el traslado de otras muchas de otras comunidades, como fue el caso de Abengoa, reiteradamente “invitada” a cambiar su domicilio, cuya negativa agravó y adelantó las maniobras bursátiles y bancarias (y alguna más) para hundirla.

Hoy los polígonos industriales de Madrid, llegan a Guadalajara, por una parte; por la otra a Toledo. Y la inmensa mayoría no son iniciativa de madrileños, con los pocos habitantes de raíces madrileñas que habitan la villa. Algunas pueden ser obra de descendientes de emigrados. La mayoría se deben a la necesidad oficial de hacerla crecer. Incentivando la instalación con incentivos no ofrecidos al resto, reclamando la instalación a empresas extranjeras u obligando a cambiarse de domicilio a otras muchas.

Todo eso para que la presidenta de la Comunidad de Madrid pueda decir “los madrileños pagamos la sanidad y el colegio de los niños andaluces”. Igual que Cataluña, Madrid reclama quedarse con la totalidad de los impuestos ingresados en la Comunidad. Pero en Cataluña muchos dicen no ser España; Madrid es el caso contrario… en apariencia. Y en ninguno de los dos casos es cierto que paguen más impuestos, pues ingresar no es pagar. No es aportar. Madrid y Cataluña ingresan impuestos por compras realizadas y servicios recibidos en todo el Estado.

Por tanto, pagado, desembolsado en todo el Estado, dónde la quinta parte es Andalucía. Si las empresas y entidades desglosaran los impuestos recibidos de cada Comunidad e ingresados en la Delegación de Hacienda de la suya, o si los impuestos se recaudaran en la Comunidad dónde son abonados, veríamos de verdad quien paga y cuánto. Pero eso no lo puede hacer España, porque entonces no estaríamos en un país unitario, entonces seríamos diecisiete países con un gobierno común. ¿Por qué no probamos?