Milei no es modelo

La derecha y la ultraderecha españolas pueden dar clases a cualquier aspirante a dictador, enseñanza y aprendizaje que tampoco tiene mucho mérito

Javier Milei, presidente de Argentina.
Javier Milei, presidente de Argentina.

 

`No es modelo estético, (teniendo en cuenta que la palabra “estética” no define tan sólo el físico, sino también las acciones. Sobre todo las acciones, pero no las que cotizan en bolsa) y ético, todavía menos. A un país se le saca de la pobreza y los números rojos en su contabilidad, negociando la deuda  para rebajar los intereses y alargar los plazos, que los prestatarios no tienen problemas económicos. Está claro. Al mismo tiempo el país endeudado empieza a generar riqueza, tanto para su ciudadanía como para ir abonando esa deuda, cuando es capaz de abrirse mercados a los que poder llevar su producción. Eliminando cultura y servicios no se resuelve el problema económico, en todo caso se echa a las espaldas de sus habitantes lo cual genera un bucle y el Estado se mantiene en la ruina.

Eliminar la cultura tan sólo es útil para embrutecer a la población, y para someter al pueblo, hacerlo sumiso. Eso lleva a la conclusión de que alguno de los principales enemigos del poder son la cultura y la insumisión. Mantener al pueblo sumiso e inculto y obligarlo a pasar hambre es necesario para un gran número de políticos, quienes buscan imponer ideas y métodos ya superados, algunos incluso juzgados y condenados. Recuérdense los juicios de Nüremberg, dónde fueron condenados los dirigentes del nazismo y los de Múnich “dedicados” a los autores materiales de los crímenes. Queda claro que el “estilo Milei” no es lo más conveniente en ningún país y todo lo más que puede conseguir es hundirlo más. Pero si los argentinos le han dado mayoría es cosa de ellos.

Cosa nuestra es el intento de traslación, ya ensayado por el abascalismo y patentizado en la visita de Abascal al mandatario que nos quiere hacer creer que un país se salva de la bancarrota, no ya con recortes sino, peor aún, con la eliminación de servicios fundamentales. El régimen “mileinense” no es exportable. Además, el abascalianismo, seguido tan de cerca por el ayuserismo dominante en el PP, no necesita aprender de ningún dictador, especialista como es en soliviantar y sacar a la calle a sus violentos seguidores, y su insufrible proyecto de rememorar los años previos a la implantación de Hitler y su doctrina. Después de la ayuda recibida de los servidores del “Tío Sam”, Abascal, si no es muy torpón podría dar lecciones, pero mejor no lo intente, mejor no divulgar una ideología tan radical, tan demagoga, tan discriminatoria, en definitiva, tan dañina para el ser humano, en Argentina, en España, más aún en sus colonias interiores y en cualquier lugar del mundo. Pero si no necesita aprender ¿a qué ha ido? Es un viaje muy largo y aunque se lo paguemos entre todos, más indica que ha ido a ofrecerle apoyo y asesoramiento.

La derecha y la ultraderecha españolas pueden dar clases a cualquier aspirante a dictador, enseñanza y aprendizaje que tampoco tiene mucho mérito; no lo hay dónde tan sólo prevalece y se impone el “España soy yo” o “Yo soy la Justicia”, de cierto personaje del que sus descendientes no se quieren acordar, aunque lo imitan todos los días y hasta lo superan con creces. Para decirle poco más o menos “no se te ocurra imponer nada que pueda ser beneficioso para tu pueblo”, puede hacerlo por teléfono, o por WhatsApp, que el asunto ya tiene guasa. Tampoco hace falta ser ni medianamente inteligentes para votar contra todo cuanto pudiera ser beneficioso para la inmensa mayoría y llamar “golpistas” a un gobierno de coalición, mientras gobiernan en coalición en varias comunidades y reclaman golpes de Estado, ni para acusar a los demás de “romper España”, cuando la tienen rota ellos al provocar enfrentamientos físicos en sus actos de fuerza. De la fuerza que les falta en las urnas.

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