La conexión con Marruecos a través del Estrecho, más cerca de su reapertura. En la imagen, el peñón de Gibraltar, en una imagen de Michal Mrozek a través de Unsplash.
La conexión con Marruecos a través del Estrecho, más cerca de su reapertura. En la imagen, el peñón de Gibraltar, en una imagen de Michal Mrozek a través de Unsplash.

La relación íntima de Andalucía con el norte de África viene de muy antiguo. De Andalucía partieron los curetes hace más de seis mil años, para recorrer la acera sur del Mediterráneo en doble sentido de ida y vuelta y volver, al menos mil años después. Los que volvían fueron llamados íberos, gentilicio cuyo significado es “los del otro lado”, “los de la parte de enfrente” e hizo creer a algunos historiadores que los pobladores de la península ibérica eran oriundos del continente africano. La relación, íntima, continuó durante época tartesia y turdetana, en que los intercambios eran frecuentes. En época latina, en que la provincia Bética y la Mauritana-tingitana compartieron una misma administración, en tiempo de la ocupación visigoda, en que, pese a la fobia al agua de los invasores godos, cuando menos una gran parte de esa Mauritania que dio gentilicio a los habitantes del norte de África (de “mauri”, “moro”), se mantuvo unida a la Bética, hasta el punto de que partió de Ceuta la rebelión contra los opresores imperialistas godos, transformada por la historiografía oficialista en la supuesta y falsa invasión de la península por el ejército califal de Damasco. Y siguieron unidas, un primer tiempo por compartir religión y política. Luego por las consideradas “invasiones” de almorávides y almohades, siglos antes de que empezara a constituirse el Califato de Marruecos con el añadido de que la última, en su segunda mitad, mantuvo su sede política, social y administrativa en la ciudad de Sevilla. Sólo la conquista godo-castellana desde el norte, disminuyó esa relación, relativamente, porque se mantuvo unida a al Andalus la ciudad de Ceuta y se incorporó de nuevo la de Melilla durante el siglo XV.

Es en Melilla, hoy supuestamente la menos andaluza de las dos ciudades, dónde floreció el mayor impulso por la unidad de Andalucía, representado en la Agrupación Liberalista Andaluza, que presidió Fermín Requena desde 1926 a 1936, año en que otra vez el godismo rompía la unidad de Andalucía, hasta el punto de que la colección completa de la revista Vida Marroquí, que editaba el Centro Andaluz, estuvo oculta en archivos particulares hasta 1980. La Agrupación nació y vivió estrechamente ligada a la Junta Liberalista de Andalucía, en el artículo quinto de sus Estatutos, se refiere a sí misma como “sección” que “se relacionará con los autonomistas de todas las regiones españolas”. Y, lo que es más importante al fin que nos ocupa, “laborará por la restauración y liberación económica y política de Andalucía y la expansión de sus intereses culturales en nuestra zona”. Destacable es también que, en sus fines, plantean la defensa de la República Federal, consideran Andalucía como ente propio federativo, y promueve su extensión cultural al reino de Marruecos.

Se destaca de los principios que la mueven: “Esta es la fórmula esencial de todo nuestro africanismo. Una Sevilla que tenga barrios moros y línea férrea al Estrecho. Una Sevilla a la que vengan los marroquíes durante las ferias. Sevilla, que fue capital de Marruecos hace siete siglos…”.

Para animar a la afiliación, la revista incluía habitualmente el siguiente texto:

“Si eres andaluz de corazón, si amas el pasado, sientes el presente y quieres buscar un futuro esplendoroso para tu querida Andalucía, inscríbete hoy mismo en la Agrupación Liberalista Andaluza, para llevar por único lema: “Andalucía por sí, para Iberia y para la Humanidad”.

Entre sus variadas actividades la Agrupación organizó excursiones a diversas poblaciones del actual Marruecos y de Andalucía, para conocer las ciudades hermanas. La emisora local, Radio Melilla, invitó por carta a la directiva a utilizar la propia emisora para divulgar sus fines, algo que los andalucistas melillenses aceptaron de inmediato y durante el “bienio negro” en que las actividades andalucistas estuvieron silenciadas por imposición del gobierno conservador, Radio Melilla desarrolló una amplia labor de andalucismo. Se divulgó la cultura andaluza en diversos programas, con conferencias, una de ellas sobre “el alma mora de Andalucía”,  ó composiciones del tipo de “Reina Andalucía”, ó “La mujer malagueña” y otras dedicadas a diversas ciudades andaluzas, siempre acompañados por el sonido de la guitarra flamenca.

La Agrupación promovió una proposición para que Andalucía asumiera las competencias de gestión en el protectorado, configurándolo como “Estado autónomo andaluz”, para constituir el Gran Anfictionado de Andalucía, o República Andaluza. En su convicción de formar parte de la Comunidad de Andalucía, y aunque su funcionamiento era plenamente autónomo, la Agrupación defendió el mismo Estatuto presentado por la Junta Liberalista de Andalucía. 

De la Agrupación formaban parte tanto melillenses de nacimiento como de adopción y personas nacidas en territorio marroquí, como era el caso de los miembros de la Junta Directiva, Ben Laarbi Bennuna ó Sidi Abdesalam Ben Laarbi. En 1935 y 1936, los nacionalistas melillenses sólo contemplaban una opción cara a la proyectada federalización del Estado: su adscripción dentro de la Federación de Andalucía. Porque “siendo andaluza es lazo amoroso de unión y fraternal cariño entre poblaciones blancas y risueñas del sur español y las otras poblaciones, risueñas y blancas, del noroeste africano. Así se concretaba la unidad que debía formar Melilla, en la Federación andaluza.

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