El centro de salud de Majarromaque, días atrás.
El centro de salud de Majarromaque, días atrás. MANU GARCÍA

Parece mentira. Es difícil de creer. Cuesta mucho creerlo, pero ha sido confirmado por muchas personas allegadas, porque no es fácil mantener ciertas acciones en secreto, a pesar del celo del estamento político-sanitario correspondiente: los médicos de cabecera reciben emolumentos extra por no enviar enfermos al especialista. O al revés: son castigados con merma de sus "premios" o "pluses", si los derivan ante enfermedades que por sí sólo no pueden resolver —y por teléfono todavía menos, que es “trabajosillo” examinar y auscultar—. Sanciones que no sólo son económicas, sino que llegan a la suspensión de empleo y sueldo, estado de salud que llevó a las amenazas y agresiones al personal médico, en lugar de protestas ante las autoridades responsables (e igualmente irresponsables por su actitud). Así que el SAS tiene un númerus clausus, un número máximo de enfermos en especialidades y en hospitales Un número máximo de posibles derivados, pero no pueden poner freno a la enfermedad. Y con esas limitaciones, menos aún.

Siempre creímos que la salud, antes, mucho antes que un negocio debe ser un servicio. Un servicio que el Estado debe asumir con todas sus consecuencias. Pero la confianza se desmorona cuando se van millones en vacunas y no se ayuda a la investigación en nuestras universidades. Por citar sólo un ejemplo. La confianza en el sistema se pierde cuando la enflaquecida sanidad andaluza aceptar abonar a cierta empresa hospitalaria andaluza por servicios hospitalarios derivados del doble y en ocasiones hasta el triple, del coste impuesto, cuando el cliente no es el SAS. El servicio prestado por esa empresa que vive de la enfermedad, en vez de para acabar con o al menos mermar la enfermedad, ya no solamente es deficitario, que lo ha sido siempre, ahora sabemos, además, que se beneficia en exceso de los enfermos derivados desde el Servicio Andaluz de Salud.

¿Será por eso por lo que el SAS no quiere derivar? No lo parece, porque las clínicas de la referida empresa no están en toda Andalucía. ¿O es que a todas las clínicas concertadas el SAS paga el doble de su precio por los servicios contratados? Resulta increíble. Sería más fácil revisar el o los contratos y no pagar un precio arbitrariamente abultado por esos servicios. No es humano que una persona con graves dolencias no reciba más que cuidados paliativos, que se nieguen exámenes, análisis y tratamiento curativo para no gastar, y los propietarios de esas clínicas se embolsen el doble del precio habitual.

Entonces, ¿el SAS busca ahorro dónde no se debe ahorrar?, ¿o al mismo tiempo hace un reparto arbitrario de favores? El SAS incumple, pero los médicos también, desde el momento que en obediencia, se niegan a enviar estudios y derivar a hospitales, cuando deberían explicar los verdaderos motivos de esa negativa. No sería una traición, sería el cumplimiento serio del juramento hipocrático.

Nos merecemos una explicación, de unos y de otros. Está muy mal enriquecer a unos con las carencias provocadas a la mayoría Y una rectificación. Recordemos que se está jugando con nuestro dinero, el de todos. Y con nuestra salud. La de todos también.

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