Tirados en las vías

Más de 2.000 personas atrapadas esta semana en un colapso múltiple que duró horas. Y no hablamos de un fallo puntual

tren sev
09 de agosto de 2025 a las 08:57h

Otra vez parados, otra vez atascados, otra vez en Andalucía olvidados. Es como el Día de la Marmota, pero con más peajes y menos trenes. En este país, si vives en el sur, prepárate: las infraestructuras van por el carril lento, prácticamente inexistente. Y quien debería acelerarlas, desde el Gobierno central, las retrasa con desidia.

El Gobierno de Sánchez nos pide que disculpemos las mejoras. El chiste se cuenta solo. ¿Qué mejoras, Pedro? ¿El caos ferroviario? ¿El puente que no termina nunca? ¿Las mordidas a dedo y los contratos con nombre propio?
Aquí lo único que avanza en tiempo récord son los sobres de toda esa supuesta trama corrupta que rodea a Sánchez. Lo demás, en vía muerta.

En Andalucía, la conexión ferroviaria es un insulto. Retrasos, falta de inversiones, promesas que no llegan nunca… y mientras tanto, miles de viajeros atrapados cada día. 

Andalucía arde. Y no solo por el calor. Arde por el hartazgo, por el abandono, por una red ferroviaria que cada día parece más un simulacro que un servicio público.

Más de 2.000 personas atrapadas esta semana en un colapso múltiple que duró horas. Y no hablamos de un fallo puntual: fueron nueve trenes detenidos, con viajeros en mitad del campo, sin agua, sin información, sin aire acondicionado y, lo que es peor, sin nadie al mando. 

¿Y qué hizo el ministro Puente? Twittear. ¿Qué dijo Renfe? Que los estaban atendiendo. ¿Y qué recibió la gente? La instrucción de no bajarse del tren “hasta nueva orden”. Que hay pasajeros que preguntaron si podían ir a recoger a sus familiares en coche y les dijeron que no, que nadie salía. ¿Esto es España o una distopía ferroviaria?

Y mientras, las personas atrapadas entre la impotencia y el abandono. “Sin agua, sin comida, sin aire”, decían en redes. “Cinco horas parados, nadie sabe nada, nadie responde”, denunciaban otros. Y no, esto no es una exageración: hubo incluso pasajeros trasladados a centros sanitarios por ansiedad y golpes de calor. Y lo más humillante: sin derecho ni a desplazamiento, ni a comida, ni a una explicación. “Esto pasa día sí y día también”, gritaban desde las redes sociales. Y tenían razón.

Ante el silencio del Gobierno central, tuvieron que ser los alcaldes de Carmona (PP) y de Sevilla (PP) quienes activaran sus servicios de emergencia para atender a los pasajeros tirados por media provincia. Bomberos, protección civil, policía local, ... todo lo que estaba al alcance municipal se movilizó.

Un caos tercermundista, lo han llamado. Y lo es. Porque lo que fue un símbolo de orgullo nacional —la Alta Velocidad— se ha convertido en una chapuza sin mantenimiento, sin inversión y sin responsables. Y lo peor: sin consecuencias.

¿Dónde está la vicepresidenta Montero, andaluza, sevillana, ministra de Hacienda y mano derecha de Sánchez? Pues eso nos preguntamos todos. Porque cuando hay que firmar recortes, subidas de impuestos y silencios cómplices, aparece. Pero cuando Andalucía sufre este abandono sistémico, desaparece.

Y no nos confundamos: esto no va solo de trenes. Va de respeto. De no tener que rogar por infraestructuras dignas. Va de exigir que el gobierno sanchista deje de tratarnos como una molestia de agosto. Y, sobre todo, de recordarles que cada minuto que una persona pasa atrapada en un vagón sin agua, cada anciano que no puede tomar su medicación a tiempo, cada bebé que no tiene biberones suficientes para aguantar horas encerrado es también su responsabilidad, y no intentar consolar con un miserable y vergonzoso cartel de “Disculpen las mejoras”.

Esto ya no es una anécdota. Es un patrón. Un síntoma. Y una condena que Andalucía no está dispuesta a seguir pagando. 

Y si hablamos de moverse por carretera… mejor que no tengas prisa. La AP-4, la A-49, y podríamos seguir con puntos suspensivos desde Huelva a Almería y de Despeñaperros hasta Tarifa. Lo que hay en verano no son atascos: son cárceles de asfalto. Y el Ministerio, ni está ni se le espera. Ya no prometen ni lo de siempre. Y si prometen, no cumplen. A Puente no le queda ni la decencia del disimulo.

Esto no es llorar. Esto es exigir. Que las infraestructuras se planifiquen, se ejecuten y se paguen sin que se lleven su parte los de siempre.

Como decía Martin Luther King Jr., “Llega un momento en que el silencio es traición.” Y ese momento ha llegado para quienes gobiernan desde Moncloa. No podemos permitir que la indiferencia y la falta de responsabilidad sigan condenando a Andalucía al abandono y al caos en sus infraestructuras.

Si no sienten el peso del dolor y las molestias que generan esta situación, al menos que carguen con el coste político de su desidia. Y si no quieren mirar a los andaluces como ciudadanos con derechos, que tengan por seguro que nos van a ver. Porque no estamos dispuestos a seguir esperando ni a ser invisibles para un sanchismo que nos castiga.

Es hora de exigir que asuman sus responsabilidades y de que terminen con este desprecio constante. Andalucía merece más que promesas rotas, retrasos y silencios cómplices. Merece respeto, inversiones reales y un compromiso firme.

Y, sobre todo, merecemos una igualdad real entre comunidades autónomas. Porque Andalucía no está para seguir esperando ni un minuto más en las vías.